Ya lo adelantó Otellini la semana pasada en unas incendiarias declaraciones sobre el futuro de MeeGo. Y es que el CEO de Intel tiene motivos para sentirse despechado, al igual que Google. Otellini destapó la liebre al advertir de que Stephen Elop, su hasta entonces socio empresarial para MeeGo, había decidido entre “enormes cantidades” de dinero por parte de Microsoft y Google para cerrar un acuerdo de colaboración empresarial. El resultado es de sobra conocido: Elop, ex ejecutivo de Microsoft, aplicó aquello de “más vale malo conocido…” y cerró el trato con Ballmer en una rocambolesca negociación escandinava con muchos millones de por medio, a juzgar por el relato de The Wall Street Journal.
No es de extrañar que Microsoft echara el resto por un acuerdo con Nokia, teniendo en cuenta que si la compañía finlandesa se hubiera decidido por Google, el acuerdo empresarial habría sido la sentencia de muerte para Windows Phone 7, que sigue luchando por hacerse un hueco en el mercado smartphone a pesar de las buenas críticas que ha cosechado.
Claro que no es lo mismo luchar desde un 3% de cuota de mercado (la que mantiene Windows Phone 7 desde su lanzamiento en noviembre) que hacerlo sumando de una tacada un 30,6% más, el porcentaje de smartphones firmados por Nokia en todo el mundo. La unión de fuerzas sitúa a la alianza Microsoft-Nokia en torno a un 34%, ligeramente por encima del 32,9% que ostenta Android.
Las negociaciones eran, en teoría, secretas, pero los ejecutivos de Google tuvieron noticia del avance del pacto entre las dos compañías. Vic Gundotra, uno de los vicepresidentes de Google, sorprendió a propios y extraños lanzando una bomba en Twitter: “Dos pavos no hacen un águila”, antes de que se hiciera público el acuerdo. Elop no perdió la ocasión de dar la réplica: “Dos fabricantes de bicicletas de Dayton, Ohio, un día decidieron volar”, equiparando la alianza empresarial a la aventura de los hermanos Wright, un símil que parece estar en boga en las altas esferas IT, acuñado por el propio Obama en su discurso sobre el estado de la nación.
Finalmente, la noche del 10 de febrero, la junta directiva de Nokia se reunió para tomar la decisión final, que unía el destino de la finlandesa al de Microsoft. En el camino se quedaron Google e Intel, cuyo CEO sigue buscando socios para devolver a la vida al descabezado MeeGo. Los inversores abandonaron a Nokia a su suerte tras conocerse la noticia, y las acciones se desplomaron un 14% sólo durante el 11 de febrero.
El camino está por labrar, y el abandono de Symbian sigue siendo motivo de revuelta para los trabajadores de la compañía, que miran con recelo esta alianza, pero tanto Elop como Ballmer se muestran más que confiados en el éxito de su nueva aventura empresarial, que pretende consolidar la tercera gran plataforma móvil del mundo.
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