La industria discográfica financia software contra P2P
La iniciativa pretende crear programas que puedan sabotear los ordenadores de quienes descarguen música pirateada.
Según “The New York Times”, las principales discográficas están invirtiendo en el desarrollo de software capaz de impedir o dificultar la descarga ilegal de archivos musicales. Entre tanto, ya se ha puesto en marcha una campaña de concienciación vía e-mail, en la que los internautas que visiten páginas con programas de intercambio de música recibirán mensajes recriminatorios antipiratería. Así, los usuarios de sitios como Kazaa y Grokster recibirán un millón de estos mensajes recriminatorios. “¡Es ilegal! La reproducción y distribución no autorizada de música con derechos de autor es igual de ilegal que robar un CD de una tienda”, señalan estos e-mails.
La campaña ha sido lanzada por la Asociación de Industrias Discográficas de Estados Unidos (RIAA, por sus siglas en inglés) y grupos que representan a compositores, artistas y distribuidores de música.
Por otro lado, según ha publicado el periódico estadounidense, las discográficas están invirtiendo importantes sumas de dinero en el desarrollo de programas que puedan sabotear los ordenadores y las conexiones a Internet de quienes descarguen música pirateada.
Citando a ejecutivos de la industria musical, el “Times” ha publicado en su sitio Web un artículo en el que asegura que estas iniciativas conllevan diferentes niveles de legalidad, incluyendo ataques a la conexión a Internet de un ordenador para ralentizar o interrumpir las descargas, así como sobrecargar las redes de distribución con programas “enmascarados” como archivos de música.
Ésta podría ser la estrategia más agresiva hasta el momento en la guerra contra la piratería online, que afirma que el tráfico ilegal de música le hace perder anualmente a la industria del disco más de 3.500 millones de euros al año.
Según el “Times”, uno de los métodos en los que se trabaja es a través de un troyano, que redirecciona a los usuarios a las páginas en los que pueden obtener música, pero pagando. Otros bloquean un ordenador durante cierto tiempo, minutos u horas, con el riesgo de que se pierdan datos que no han sido guardados si los usuarios reinician la máquina.