La escasez de procesadores continua afectando a diversos sectores de la industria, y con intensidad a la automovilística.
En concreto las fábricas de Audi en las localidades alemanas de Ingolstadt y Neckarsulm van a plantear un expediente de regulación temporal de empleo (ERTE) al menos hasta el 30 de agosto que afectará a 10.000 trabajadores, quedando pendiente de fijar fechas para una segunda interrupción en el funcionamiento de las fábricas para el mes de septiembre.
Las cadenas de montaje deberán detener su producción ante la ausencia de stock de microchips, una constante desde el parón inicial a que obligó el confinamiento por la pandemia y que año y medio después continúa sin solventarse.
Ante la falta de componentes, durante el primer semestre de 2020 en Audi dejaron de fabricar 50.000 unidades de diferentes modelos de vehículos, pero no es el único fabricante de vehículos que tiene que afrontar estas suspensiones en su producción.
La planta de Ford en Colonia o la de Seat en Martorell también se han visto obligadas a detener su actividad mientras la producción mundial de semiconductores continúa incapaz de satisfacer la demanda.
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