Las cosas no están siendo fáciles para Twitter. Ahora que Facebook por fin ha parecido encontrar el camino hacia el corazón de los inversores (gracias a encontrar el camino hacia el dinero), en la red de microblogging continúan luchando por conseguir monetizar, por encontrar una vía que de verdad consiga crear beneficios. Todo eso mientras los gastos y sus inversiones en comprar otras startups aumentan y el ritmo de crecimiento va poco a poco haciéndose más lento. Pero ellos no tiran la toalla.
Por un lado, están sus esfuerzos publicitarios. Lejos quedan los tiempos en los que Twitter estaba libre de publicidad, y ahora estamos ya acostumbrados a ver tuits que aparecen en nuestros timelines de forma recurrente. No obstante, para mejorar el producto que ofrecen a los anunciantes, es decir, para poder segmentar más a los usuarios (Twitter no sabe a priori tanto de nosotros como Facebook, ya que le damos muchos menos datos), siguen introduciendo novedades que no siempre son bienvenidas.
Es lo que pasó esta semana: el jueves, un día escogido por Twitter quizá para pasar desapercibido (era el Día de Acción de Gracias en Estados Unidos), publicaron un comunicado en el que hablaban de una novedad, el “gráfico de aplicaciones”, que aseguraban que ayudaría al usuario a “disfrutar de una experiencia de Twitter más personal”. ¿Qué es? Muy sencillo: a partir de ahora Twitter recopilará información sobre las apps que tiene instaladas cada usuario en su smartphone.
Por supuesto, no pasaron tan desapercibidos como querían ni consiguieron transmitir el mensaje del “todo por el usuario”. Cuando una app que, como Twitter, vive de la publicidad, quiere saber qué más cosas hay en el smartphone rara vez se puede entender como algo sin intereses. Es mejor ver anuncios de cosas que nos pueden interesar, sí, pero ¿a costa de dejar que otra red social más se ponga a espiar todavía más el contenido del teléfono? A su favor, habría que mencionar el hecho de que en el mismo post en el que explican el gráfico de aplicaciones también dicen cómo desactivarlo, señal de que eran conscientes de que a muchos usuarios no les gustaría.
El plan B: el ecommerce
Pero Twitter no quiere conseguirlo todo a través de la publicidad y tiene un plan B que lleva ya varios meses investigando: el ecommerce. Y por aquí hubo también novedades esta semana, y el martes anunciaron que estaban probando un nuevo servicio llamado Twitter Offers, que es básicamente la versión en microblogging de los sistemas de cupones que ya intentó Groupon. Los usuarios podrán darle a Twitter los datos de su tarjeta de crédito y las tiendas introducir ofertas en sus tuits. El usuario podría optar a cualquiera de esos cupones simplemente pinchando sobre ellos. Después, al llegar a la tienda física, solo tendría que dar la tarjeta para desbloquear el cupón.
¿El problema de esto? El fantasma de Groupon y de cómo les ha ido sobrevuela la nueva idea de Twitter. “Parece mezcla de muchas ideas que ya han sido probadas antes y ninguna de ellas ha tenido demasiado éxito”, aseguraba Sucharita Mulpuru, analista de Forrester Research, esta semana en declaraciones a la revista Wired. La analista continúa explicando que la experiencia de Twitter Offers está llena de “fricción” en todos sus pasos: hay que unir la tarjeta a Twitter, completar la transacción y después visitar la tienda. Y, avisa, puede que tengan que esperar, ya que el descuento no es instantáneo.
Los otros intentos de Twitter en el campo del ecommerce todavía no se sabe cómo han funcionado, aunque a priori parecían más sencillos de monetizar: el mejor ejemplo son sus experimentos con clientes de American Express, a los que dejaba meter productos directamente en su carrito de la compra de Amazon.com solo con el hashtag #amazoncart. Además, también lleva un tiempo probando la introducción del botón “comprar” en los tuits de las marcas que quieran, dejando a los usuarios comprar directamente desde la red de microblogging.
¿Le funcionará alguna de estas estrategias a Twitter? Los próximos resultados trimestrales (o, posiblemente, los de dentro de seis meses, con más perspectiva) nos darán una respuesta. Mientras tanto, se sabe que siguen intentando rediseñarse para ser más usables (su CFO ha publicado en un par de ocasiones mensajes directos como tuits públicos, dejando claro que la red no es del todo intuitiva) y acelerar una curva de aprendizaje famosa por ser lenta. El ejemplo de Facebook les da esperanza. Pero, como muy bien sabe todo el mundo, Twitter no es Facebook.
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