La demanda de “móviles bobos” ha crecido este año en España un 214 %

Mientras, la de smartphones o teléfonos inteligentes se ha contraído un 22 % durante el mismo periodo.

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Los smartphones, que permiten estar conectados permanentemente, se han convertido en imprescindibles para muchas personas alrededor del mundo. Son un complemento más de su día a día.

Pero desde hace un tiempo existe una corriente en crecimiento que intenta desmarcarse del consumo excesivo de pantalla y que alcanza nuestro país.

Según datos que maneja idealo.es, la demanda de teléfonos inteligentes se ha contraído un 22 % en España durante 2024.

En esto tienen que ver diversos factores, desde el elevado previo de los dispositivos a la falta de innovaciones en los modelos más recientes o la preferencia por exprimir la vida útil de los aparatos.

Al mismo tiempo está surgiendo interés por el móvil bobo, un teléfono que recupera los orígenes y contribuye a la desintoxicación tecnológica.

A diferencia de los smartphones, este tipo de terminal no cuenta con acceso a internet. Se limita a la realización de llamadas y al envío y la recepción de mensajes de texto.

Su popularidad crece en España, donde la demanda de móviles bobos se ha disparado un 214 % en un año.

Tendencia europea

España lidera en interés por esta nueva modalidad de teléfono dentro de Europa, pero no es el único país del continente que se ha sumado a la tendencia.

En Italia, el incremento de la demanda ha sido del 180 %. También alcanza el triple dígito en Francia (118 %) e Inglaterra (111 %).

En Alemania, mientras tanto, es donde registra una menor subida, con un incremento del 67 % durante el mismo periodo.

“En un mundo donde las tecnologías avanzan a pasos agigantados y nuestras vidas están constantemente conectadas, muchas personas han llegado a un punto de saturación digital”, comenta Kike Aganzo, responsable de comunicación de idealo.es.

“Los conocidos como ‘móviles bobos’, han emergido como una opción refrescante, un regreso a lo esencial que invita a desconectar de la sobrecarga de información, a reducir las distracciones constantes, y a abrir la puerta a relaciones más auténticas”, reflexiona, “tanto con nosotros mismos como con las personas que nos rodean”.