La cara y la cruz de Internet
Mientras los usuarios ven efectos positivos de Internet y las nuevas tecnologías en temas como la innovación o el activismo, la privacidad continúa siendo una preocupación, según un informe de Microsoft.
Cuando se trata de buscar opiniones sobre Internet y sus posibles beneficios, o inconvenientes, las respuestas pueden variar dependiendo de a quién se le pregunten. Pueden ser diferentes entre jóvenes y personas más mayores, entre ciudadanos y Gobiernos o entre zonas geográficas de un lado y otro del planeta, por ejemplo.
Esta última división es la que ha aprovechado Microsoft para analizar cómo es visto el uso de Internet y los avances tecnológios en países desarrollados y en países en desarrollo.
Lo ha hecho con una encuesta en la que se concluye que ciertos beneficios de la Red de redes son apreciados a nivel mundial. ¿Por ejemplo? A la hora de encontrar productos rebajados o baratos, de potenciar la productividad y la innovación, de alimentar iniciativas empresariales y de canalizar el activismo y la participación ciudadana.
El acuerdo también llega en términos de problemáticas, ya que un asunto como el de la privacidad es señalado como crucial en prácticamente todo el mundo. Es decir, la evolución tecnológica no sólo sería positiva, también tendría consecuencias negativas y a estas alturas todavía no se habrían desarrollado técnicas de protección suficientes a ojos de los usuarios.
Donde no se ponen de acuerdo los internautas de los países desarrollados y los internautas de los países en desarrollo consultados por Microsoft son en cosas como la influencia de la tecnología en las relaciones entre personas, en los medios de comunicación y su fiabilidad o en la propia salud personal, entre otros aspectos.
Mientras los habitantes de las zonas que se encuentran en desarrollo hablan de una mejora en estos temas gracias a la tecnología, los usuarios de países tipo Francia, Alemania, Estados Unidos, Japón y Corea del Sur creen que la situación ha cambiado a peor con el desarrollo tech.
Sin ir más lejos, no concuerdan en los efectos que se pueden causar en los niños. Y es que aunque los primeros son proclives a darles a los menores de edad un acceso ampliado respecto al que ya gozan, los segundos parecen más favorables a limitar su relación con la tecnología.