Twitter fue un día el sueño de los desarrolladores: con su API abierta, permitía a terceros construir sobre ella apps para móvil y escritorio que mejoraban la experiencia de la red de microblogging. A Twitter, decían, le daba igual porque no le interesaba crear un programa cliente propio, así que todos salían ganando: los desarrolladores creaban sus apps de Twitter, Twitter ganaba usuarios gracias en parte a todas esas posibilidades que sumaban los programas clientes. Pero esta libertad parece haber llegado a su fin.
La primera alarma saltó la semana pasada, cuando Linkedin anunció que, debido a cambios en las políticas de Twitter, ya no podía seguir integrando los tuits de sus usuarios en la red social profesional. Esta semana la red de microblogging introducía en su propia app notificaciones push, algo típico de otros programas de terceros. Y en un post de hace dos semanas, se hablaba de ofrecer “una experiencia de Twitter consistente”. ¿Qué significa todo esto?
En el post de finales de junio que provocó toda esta retahíla de efectos, Michael Sippey recordaba lo anunciado hace un año, que los desarrolladores no deberán “crear apps clientes que reproduzcan o imiten la experiencia general de consumidor del cliente de Twitter”. Aunque en un momento este anuncio había dado miedo a los desarrolladores, como finalmente Twitter no tomó medidas contra ninguna app cliente pareció que no iban en serio. Ahora sí. Y al introducir en su propia app funcionalidades de apps de terceros, estas pasan a ser redundantes. Y Twitter gana el derecho a cerrarlas.
La razón detrás de todo: hacer dinero
¿A qué se debe este cambio de estrategia? ¿Por qué Twitter ha pasado de ser una plataforma abierta a estar empezando a parecerse cada vez más a Facebook? Tan solo parece haber una razón de fondo: la publicidad. Desde Twitter están en plena campaña por empezar a aumentar beneficios, por lo que una buena relación con los anunciantes y un buen producto que ofrecerles empieza a ser básico. Y, desde el punto de vista de Twitter, esto no es compatible con la proliferación de apps de terceros sobre las que no tienen control.
Y es que desde Twitter quieren poder garantizar a los anunciantes que sus anuncios se van a ver. Quieren poder darles números y garantías de cómo y dónde aparecerá la publicidad. Muchas apps de terceros permiten a los usuarios ocultar los tweets que no quieren ver (o directamente los anuncios), un obstáculo que Twitter quiere evitar en su camino hacia la monetización.
¿Le compensa a Twitter enfadar a la comunidad desarrolladora para satisfacer a los anunciantes? Son muchos los que opinan que no: quizá lo que provoque la red de microblogging con su nueva estrategia sea que, al eliminar programas cliente, los usuarios no se pasen a las apps oficiales, sino que abandonen Twitter. Y, sin usuarios, poco tendrá que ofrecer Twitter a sus anunciantes.
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