Telefónica ha brillado en estos últimos días por su don de la oportunidad. Al mismo tiempo que anunciaba el recorte de seis mil puestos de trabajo, la compañía ha remitido a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) un plan en el que prevé ofrecer a sus directivos y empleados un plan de incentivos a largo plazo consistentes en la entrega de acciones de la compañía en concepto de retribución variable.
El primero de estos planes, del que se beneficiarán casi dos mil altos cargos directivos, incluye la entrega de acciones asociada a objetivos de rentabilidad por acción, por un importe máximo de 450 millones de euros en cinco años.
Los empleados por su parte, podrán optar a un plan restringido de incentivos a largo plazo sujeto a la permanencia en la compañía con un máximo de 50 millones de euros. Los beneficiarios de este plan deberán ser considerados “idóneos” por la empresa y ser invitados a tomar parte de “forma expresa”.
Por su parte, la Asociación Española de Accionistas Minoritarios de Empresas Cotizadas (AEMEC) ya ha pedido una explicación a Telefónica acerca del reparto de 450 millones de euros de incentivos para directivos mientras propone un ERE que afectará al 20% de la plantilla. La AEMEC considera que estos dos anuncios simultáneos provocan desconcierto entre los inversores, afectando a la reputación de la empresa. La asociación ha pedido a Telefónica que informe a los accionistas con detalle sobre estas políticas de retribución y empleo antes de la Junta General de Accionistas del próximo 18 de mayo.
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