El milagro ha sido posible a base de recortes draconianos de plantilla, la venta masiva de gran parte de su propio negocio y un proyecto mucho menos ambicioso en el que finalmente dejan de luchar en el mercado de la fotografía y se centran en la impresión y procesamiento de imágenes.
Pero por supuesto todo esto no habría sido posible sin la inestimable ayuda de las patentes, el verdadero filón de Kodak en los últimos tiempos y con las que se dedicó a demandar a diestro y siniestro a muchísimas compañías.
La situación se relajo luego tras forzar la licencia de sus patentes a numerosas empresas por 527 millones de dólares, armamento que probablemente veamos en los próximos años en los tribunales.
Aunque teniendo en cuenta que las licencias se dieron a Apple, Google, Samsung, y un grupo formado por Adobe, RIM, HTC, Huawei, Amazon, Facebook y Microsoft, probablemente afecten más a startups o pequeñas empresas, que recibirán esas famosas cartitas que dejan a uno frío, de parte de los departamentos legales de las grandes.
Probablemente Kodak nunca vuelva a recuperar el poderío de su época fotográfica predigital, pero al menos sigue viva.
vINQulos
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