Duros eran los tiempos en los que la Iglesia ejercía un poder casi
opresor sobre los pobres campesinos. Sin embargo, algunos privilegiados
veían en una combinación de dura disciplina física y fervor espiritual
su forma de servir a Dios: como parte de la orden de los Templarios, el
protagonista de este videojuego es precisamente uno de ellos.
El
personaje que nos toca controlar se llama .. y es un caballero Templario
que descubre que un Obispo ha raptado a una amiga muy querida por el.
Para investigar el tema, se desplaza al lugar de residencia de dicho
religioso, y ahi se encuentra con que las cosas se han torcido bastante
en el monasterio. Inicialmente repartirá justicia divina con la espada
que trae, pero más adelante conseguirá otras armas, como mejores
espadas, hachas y contundentes mazas, además de arcos que no solo le
ayudarán a dar amor a distancia a sus enemigos, sino para salvar algunos
obstáculos que requerirán su buen uso.
El desarrollo es sencillo
y con gran capacidad de adicción: iremos investigando lugares infestados
de enemigos que querrán hacerse un bolso fashion con nuestro pellejo
(cosa que tendremos que evitar a base de demostrar nuestras habilidades
con las armas). Según avancemos, iremos consiguiendo nuevas armas y
aprenderemos nuevas técnicas con ellas.
También tendremos de
nuestra parte algo del poder ‘divino’ ya que a partir de cierto punto
dispondremos de la capacidad de curarnos, o de generar un aura de
protección (todo esto limitado por un poder que se regenera cuando
matamos criaturas impías de todo tipo). No todo será ir dando mandobles
a diestro y siniestro, también tendremos que resolver algunos puzzles,
más o menos sencillos, a la hora de acceder a determinados lugares.
Técnicamente el juego es simplemente magnífico
Todos los campos han
sido cuidados con exquisitez, desde el diseño de los decorados (desde
aterradoras mazmorras hasta las mismas tripas del infierno) hasta la
música, que conjunta belleza y acompañamiento para los momentos
tranquilos y también para los de acción pura. Si bien el modelado de
personajes y todo tipo de objetos en los escenarios son buenos, el tema
llega a cotas deliciosas cuando observamos los movimientos en combate,
especialmente a los realizados por el protagonista.
Nada de mover
una espada de varios kilos como si fuese un mondadientes: las fintas,
ataques y defensas son ágiles pero bien llevadas, con sus tiempos de
reacción y una naturalidad en el movimiento que hace que algunos
combates casi parezcan ballet (pero en versión cafre). Desde luego la
belleza acaba ahí, puesto que estamos hablando de combates con armas
pesadas de cuerpo a cuerpo, y también se ha reflejado bien la brutalidad
de éstos (excepto, quizá, un toque de realismo en temas de
desmembramiento, aunque el valor añadido por haber reflejado algo así es
algo discutible y probablemente innecesario).
El sonido está a la
misma altura que los gráficos: la música compuesta es deliciosa, y es
especialmente dramática cuando, en medio de un combate, nuestro nivel de
vitalidad baja a cotas muy bajas. Los sonidos de rechinar de acero en
los combates de espadas, hachas y mazas son impresionantes, y también
está muy cuidado el sonido de las voces la traducción al castellano.
El juego puede ser muchas cosas, pero original no. Es sólo una demostración de
como hacer un producto de desarrollo sencillo, pero de una gran calidad.
Knights of the Temple puede hacer que uno se pase una muy respetable
cantidad de horas pegado a nuestra XBox, eliminando seres impuros de la
faz de la tierra de forma violenta, pero con estilo.
Julio
Canto
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