¡Kitt, te necesito! El parque de coches conectados que nos espera
La “wearable technology” es tendencia, pero los vehículos con conexión a Internet y vinculados a otros dispositivos también lo son. Y es que, ¿qué hay más móvil que un coche?
El automóvil lleva impregnado el sello de la movilidad hasta en el nombre. Así lo aprecian firmas implicadas en el desarrollo del coche conectado como Qualcomm, a la que NetMediaEurope tuvo ocasión de entrevistar durante el Mobile World Congress 2014 a través de su director de desarrollo de negocio para España y Portugal, Eloy Fustero. Y así lo está reconociendo la industria tecnológica en general, que últimamente vive volcada con las posibilidades de la automoción y que esta semana ha intervenido en el mismísimo Salón del Automóvil de Ginebra.
Si el automóvil es móvil por definición y nosotros, como internautas contemporáneos cómplices del “post-peceísmo” que somos, preferimos lo que se mueve a lo estático para no perdernos un ápice de todo lo que ocurre a nuestro alrededor y más allá, es obvio que nadie debería dejar pasar la ocasión de aportar su propia alternativa. Y no lo están haciendo.
Apple acaba de introducir CarPlay o, siendo fieles a lo comentado durante su presentación en sociedad, “la forma más inteligente, más segura y más divertida de usar iPhone en el coche”. Y es que este sistema de control funciona integrando las principales funciones del popular smartphone de la firma de la manzanita mordida en la propia interfaz nativa del vehículo. También es posible activar el sabelotodo asistente Siri para que sea éste quien lea mensajes en voz alta, devuelva llamadas de parte del conductor o haga sonar la música dentro del receptáculo. Para algo el coche conectado se nutre de información y entretenimiento. Y, por supuesto, en este entramado hay lugar para los mapas.
La rentabilización que pueden forzar de su asociación con el mundillo de la automoción las compañías que cuentan en su haber con sistemas cartográficos es crucial, ya sea Apple, Google o Nokia con su HERE Auto. Sobre todo ahora que los mapas no se limitan a ubicar elementos geográficos sobre el terreno y a entregar las direcciones, más o menos actualizadas, de las calles.
Hoy en día un mapa online es una inagotable fuente de saber. Es capaz de calcular el tiempo exacto que se tardaría en realizar un recorrido determinado sin siquiera obligarnos a probarlo. Y lo hace proponiendo diferentes medios de transporte y teniendo en cuenta las incidencias que suceden en tiempo real, como los atascos matutinos o los accidentes inesperados. Puede ofrecernos rutas alternativas. Permite explorar lugares antes de visitarlos. Se nutre con fotos reales. Ofrece información de valor sobre aquellos locales que nos iremos encontrando por el camino, incluyendo valoraciones de terceros, zonas de aparcamiento o la aportación de descuentos canjeables, como proponen las alemanas SAP y BMW.
Otro factor atendido con especial ansia en los coches conectados, aparte de la interacción con otros dispositivos y el enriquecimiento de los mapas vía cloud computing, es la seguridad. Aquí entran el propio reconocimiento de voz y gestos, las mejoras de GPS, las colecciones de sensores que amplían los sentidos, la alerta sobre obstáculos, los sistemas anti-choque, los elementos a prueba de robos, los avances en visibilidad nocturna y así hasta un largo etcétera. En vez de tomarnos la “intelectualización” de las máquinas como una amenaza o un peligro para los humanos, como ha pasado en alguna ocasión, estos “supercoches” deberían ser interpretados como un complemento a nuestras limitaciones.
Obviamente también hay batallas que librar. En cuestión de seguridad para los vehículos digitales no nos podemos olvidarnos de que, al igual que cualquier otro mercado tecnológico incipiente, el de la automoción se enfrenta a la incesante creatividad de los ciberdelincuentes. Si éstos ya han conseguido abrirse paso a golpe de maldades en nuestros ordenadores, tabletas, smartphones, cajeros automáticos e incluso electrodomésticos, ¿por qué no iban a intentarlo con los automóviles?
La sed de aplicaciones
Aunque si existe una sinergia que está acaparando todas las miradas ésa es la que fusiona a los coches con los sistemas operativos móviles. La Open Automotive Alliance, por ejemplo, se ha propuesto implantar Android en las creaciones de casas tan reconocidas como Audi, Honda, Hyundai y General Motors a partir de este mismo año. El inconformista software de Google ya domina en smartphones y tabletas pero no le basta con eso ni con haber comenzado su extensión paralela a otros dispositivos de consumo tipo ordenadores portátiles, smartwatches y gafas de realidad aumentada. Por su parte, el fabricante Ford ha probado con el Windows de Microsoft y BlackBerry QNX. Mientras que Toyota se ha animado con Linux.
Para los representantes del motor, entre los que también debemos nombrar a Ferrari, Jaguar Land Rover, Kia, Mercedes-Benz, Mitsubishi, Nissan, Peugeot Citroën, Subaru, Suzuki y Volvo, se abre un mundo de posibilidades para rejuvenecer una industria histórica. Para el resto de compañías tecnológicas, las ventajas se entienden más bien en términos de colonización y crecimiento.
Las previsiones del Institute of Electrical and Electronics Engineers indican que en poco más de una década, en 2025, la mayoría de la flota de vehículos que circularán por nuestras carreteras tendrá conexión a Internet. Se habla de un porcentaje del 60%, lo que va en consonancia con la construcción de las propias ciudades inteligentes. Hasta entonces los esfuerzos se concentrarán en generar un ecosistema potente de aplicaciones que propongan experiencias que de veras merezcan la pena. La tecnología ya existe. Ha comenzado a ser integrada en los planes de futuro de los distintos competidores. Pero no calará entre los consumidores si no recibimos una inyección de contenidos con valor añadido. Porque a ti… ¿qué te gustaría ver en materia de coches futuristas?