Si la primera sensación es la que cuenta, Kindle no dejaría de ser un e-reader sencillo, discreto e incluso algo soso. Tras sacarlo de la caja, encontramos un aparato de reducidas dimensiones, a primera vista muy simple, con una pantalla que ocupa prácticamente toda la superficie (mide 15 cm.), unos cuantos botones en su parte inferior –al más puro estilo iPhone– y un color gris bastante rancio. Sin embargo, basta comenzar a utilizarlo para descubrir que esos defectos desde el punto de vista estético son virtudes en el apartado práctico.
Efectivamente, el Kindle no es muy grande, basta con compararlo con el iPad2 para darse cuenta de ello. Su fondo es similar (0,87 cm.), pero es seis centímetros más bajo (16,6 cm.), siete centímetros más estrecho (11,4 cm.) y mucho menos pesado (170 gramos, por los 601 de la tableta de Apple). No se trata aquí de comparar dos productos que nada tienen que ver, pero la diferencia en sus dimensiones sirve para poner de manifiesto la ligereza del e-reader de Amazon, entre sus otras muchas virtudes.
Como decía anteriormente, se asemeja bastante a un smartphone con pantalla táctil (aunque la suya no lo es), ya que apenas incluye unos cuantos botones, situados en los laterales y en la parte inferior. Los primeros sirven para pasar de página y retroceder y aparecen a ambos lados de la pantalla para que puedan utilizar el producto tanto los diestros como los zurdos, así que por esta parte no hay discriminación. Los de abajo, fáciles de entender por sus iconos, permiten volver Atrás, llamar al Teclado e ir al Inicio y al Menú. En el centro, el típico controlador de cinco posiciones (un navegador rodeado por cuatro flechas de dirección) hace las veces de ratón.
Justo debajo se sitúan el botón de encendido y apagado y la ranura USB. Tras conectarlo por primera vez al ordenador mediante dicha ranura, el Kindle se encenderá, pidiéndonos que seleccionemos el idioma de navegación (aparte del español, incluye inglés de Reino Unido y EEUU, alemán, francés, italiano y portugués brasileño). Inmediatamente nos sugerirá conectarnos a una red Wi-Fi para continuar la configuración, aunque es posible realizar esta operación en cualquier otro momento.
A continuación, aparecerá la guía de uso, cuya lectura, totalmente recomendable, nos llevará unos 10 minutos. Pasado este tiempo ya nos habremos familiarizado con el producto, muy fácil de utilizar y con tres estilos y hasta ocho tamaños de fuente, por lo que los problemas visuales tampoco son un inconveniente para utilizarlo. Uno de los grandes problemas de este tipo de lectores es que en ocasiones la luz se refleja, algo que apenas sucede en el Kindle (sólo un poco, con luz artificial) por el uso de tinta electrónica E Ink, que lo asemeja bastante a la lectura tradicional.
Hasta ahora no se aprecian problemas, así que pasemos al fondo de la cuestión, es decir, a la lectura. Kindle incluye varios archivos para poder utilizarlo desde el principio, aunque también podemos conectarnos vía Wi-Fi a la Tienda Kindle de Amazon, donde previamente habremos creado una cuenta. En dicha tienda encontraremos periódicos, revistas y un millón de libros, nada más y nada menos, algunos gratuitos, entre ellos ‘El Quijote’ o ‘El perro del hortelano’, y otros muchos de pago. Todo lo que compremos permanecerá siempre en la cuenta, accesible desde iPhone, iPad, Android, Mac y Windows, por lo que no tendremos que volver a comprarlo si lo borramos del Kindle.
Tras seleccionar el libro que más nos guste, conectaremos nuestro Kindle a la web vía Wi-Fi y lo descargaremos, proceso que nos llevará un minuto (es instantáneo en el caso de periódicos y revistas). El sistema de pago es similar al de cualquier otra compra virtual, siendo necesario incluir un número de tarjeta de crédito, que quedará grabada para futuras compras. Por esta razón, resulta recomendable crear una contraseña de seguridad para bloquear el lector cada vez que lo apaguemos, ya que de lo contrario, si nos lo roban, el caco podrá comprar todo tipo de contenidos a nuestra costa.
Una vez que hayamos descargado el eBook, leerlo es tremendamente sencillo. Podemos rotar la imagen, acercarla y ampliarla, así como añadir marcadores, notas, separadores y subrayados. Kindle nos indicará tanto el porcentaje de libro que llevamos leído como el que nos queda, algo que puede resultar extraño para los lectores de libros tradicionales. Sin embargo, basta con acudir al Menú para saber el número de página por el que iríamos en caso de estar leyendo en papel, algo que Kindle calcula a través de una compleja fórmula matemática.
Digamos que se trata de una lectura enriquecida, ya que basta con pasar el cursor sobre cualquier palabra para que, en la parte inferior, se nos explique su significado según el Diccionario de la RAE (también incluye el de Oxford, para lecturas en inglés). Junto a la posibilidad de incluir notas o marcar por dónde vamos, el Kindle incluye una función que me gustó especialmente, denominada Whispersync, y que hace que siempre se encienda por la página por la que nos habíamos quedado al apagarlo.
En cuanto a las características técnicas, el Kindle cuenta con capacidad para almacenar hasta 1.400 libros (2 GB de memoria interna), cifra otorgada por Amazon de la que sólo me puedo fiar, ya que obviamente no lo he comprobado. Asimismo, la batería, que tarda en cargarse unas tres horas, tiene una duración de un mes a razón de media hora de lectura diaria, tiempo que se reduce a tres semanas en el caso de estar permanentemente conectados a alguna red Wi-Fi.
Al ahorro de espacio que ello supone, hay que añadir que no desprende calor (a diferencia de los ordenadores) y que permite guardar todo tipo de archivos (acepta formatos PDF, HTML, DOC, DOCX, JPEG, FIG, PNG, BMP Y TXT), por lo que podremos transportar en este ligero lector tanto nuestros libros como nuestros documentos personales y fotografías, que, eso sí, veremos en blanco y negro.
Su precio tampoco está nada mal, 99 euros, aunque no incluye funda –cuyos precios oscilan entre los 10 y los 30 euros–, ni cable de conexión a la red eléctrica (que se compra aparte), por lo que sólo podremos cargarlo conectándolo al ordenador, a no ser que dispongamos del típico cargador eléctrico para móviles y cámaras de fotos que cuenta con ranura USB.
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