Kin, una aventura fallida con un coste de 240 millones de dólares
Lanzar Kin permitió a Microsoft cumplir con lo tanto tiempo rumoreado: habían desembarcado en el mundo de la telefonía inteligente. Y además lo hacían, o eso creían ellos, con un terminal cool y por el que la gente joven mataría por.
Menos de dos meses después se confirmaba el pálpito de algunos espectadores de la presentación, como se podía seguir en el mismo momento en el que se desvelaba el misterio en las redes sociales. Kin era un fiasco. Y un fiasco, ahora se sabe, nada barato.
En los resultados financieros del último trimestre, presentados en el cierre de mercados de ayer, la compañía acusó pérdidas de 172 millones de dólares en su división de Entretenimiento y Dispositivos. Por muy bien que haya funcionado la siempre resultona Xbox, Kin ha actuado como un agujero negro por el que se ha colado el dinero.
Las pérdidas asociadas al teléfono inteligente de frustrada existencia son de 240 millones de dólares, según cifras que publica ITespresso. Sus sólo 9.700 unidades vendidas no pemiten muchas algarabías en cifras de mercado.