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Julian Assange avisa en su nuevo libro: "Google no es lo que parece"

En su libro Assange describe su encuentro con el presidente de Google como algo más que una “intercambio inocente de puntos de vista”. De hecho reconoce el fundador de WikiLeaks que sólo horas después de la marcha de Schmidt comenzó a ser consciente de la significación real de dicha reunión.

Uno de los hechos que posteriormente se revelarían trascendentes fue que el séquito de acompañantes del presidente de Google estaba trufado de individuos íntimamente ligados con organizaciones como el Consejo de Relaciones Exteriores (un think tank estrechamente vinculado con el Departamento de Estado de Estados Unidos de América) así como de otras instancias directamente dependientes del gobierno USA.

Assange respondió a las preguntas que le hacía un Schmidt vivamente interesado en el proceso de creación de WikiLeaks, como responsable de mantenimiento y desarrollo de redes de información y de sistemas de empleados tan complejos como Google y sus ramificaciones. Para Schmidt todo lo relacionado con WikiLeaks era nuevo y deseaba obtener el máximo de información posible relacionada con su funcionamiento, estructura, flujos de información… Assange pidió a Schmidt que filtrase a través de WikiLeaks la información de que dispusiera que pudiese poner en algún apuro al gobierno USA pero el presidente de Google se negó, (nervioso, según Assange) alegando la infracción de la Ley Patriótica.

Toda la conversación fue grabada (así lo habían acordado las partes) por el propio Assange que facilitaría a Schmidt una copia de dicha grabación y a cambio obtendría una copia de la transcripción de la misma. La reunión finalizó amistosamente y tras despedirse el australiano permaneció en su refugio inglés esperando el curso de los acontecimientos.

Mientras, WikiLeaks continuaba facilitando información pero tras descubrir un “topo” que facilitaba datos a determinadas instancias gubernamentales decidieron acelerar las filtraciones, para lo cual debían avisar previamente al Departamento de Estado (equivalente al Ministerio de Asuntos Exteriores) acerca de dicha maniobra para que pudieran actuar en prevención de que, por ejemplo, agentes encubiertos en el extranjero quedasen comprometidos. El problema llegó cuando por más que trataban de ponerse en contacto con Hillary Clinton, nadie parecía facilitar la comunicación en algunos casos por no creer que realmente era el verdadero Julian Assange quien estaba al otro lado de la línea, en una situación cómica de no ser por lo dramático que inmediatamente nos remite a la película de Stanley Kubrick “¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú” con Peter Selles tratando de advertir  a la Casa Blanca de la inminencia de un conflicto nuclear.

En esa confusión la comunicación finalmente se produjo pero el interlocutor, curiosamente, fue uno de los miembros del séquito de la visita realizada por el presidente de Google, lo que alertó a Assange del papel de Schmidt como peón de los intereses en el extranjero del gobierno de Barack Obama. Assange entonces decidió investigar diversos encuentros, viajes, acuerdos internacionales… en los que intervenía destacado personal de Google y comenzó a verificar que en muchas ocasiones existían vínculos con determinados movimientos políticos y de estrategia internacional que buscaban facilitar diversas estrategias favorables al gobierno USA.

La conclusión que extrae es que desde hace décadas (no señala únicamente a la actual Administración USA) se mantiene un movimiento tendente a reforzar la “sociedad civil” mediante todo tipo de acuerdos que promuevan el desarrollo empresarial pero siempre favoreciendo a determinadas “facciones” e intereses que permitan ejecutar por simpatía la agenda política afin a través de think tanks y organizaciones no gubernamentales mediatizadas por el poder político. El apoyo de millonarios fondos que ayudan a organizar eventos, foros, conferencias… ayuda a reforzar un circuito de encuentros “auspiciados por la sociedad civil” que en el fondo responde al impulso no abiertamente declarado de instancias gubernamentales en defensa de intereses no siempre confesables.

Assange insta a bucear en los proveedores de fondos para múltiples causas, ONG, institutos, fundaciones y think tanks, como Google Ideas, para descubrir quién está realmente detrás de tales iniciativas “regando” con sus millones tales puntos de encuentro, aparentemente inocentes, pero que sólo lo son en la superficie. Un ejemplo sería la conferencia “Crisis en un mundo interconectado” celebrada en octubre de 2013 donde teóricos de las redes sociales y activistas ofrecían un barniz de autenticidad concienciadora pero en cuyo trasfondo se encontraban reuniones de contratistas militares y responsables de operaciones militares secretas en Latinoamérica… e incluyendo a Eric Schmidt, que como miembro de la New American Foundation y siendo muy próximo a la Administración USA queda convertido en una especie de Ministro de Asuntos Exteriores de Google, asistiendo a foros tan destacados como el Club Bilderberg y el Foro Económico Mundial de Davos, reuniones ambas donde para muchos se decide realmente el devenir de los acontecimientos mundiales.

Es aquí donde Assange advierte de que “Google cree que están haciendo el bien”, como parte de su convencimiento de que son visionarios, diferentes, de que son el futuro, de que son buenos para la comunidad… mientras las revelaciones del programa PRISM de espionaje a través de Internet revelan que facilitan anualmente incontables gigas de información personal a la comunidad de inteligencia USA. Conviene aquí recordar que incluso antes de que Larry Page y Sergey Brin contrataran en 2001 a Eric Schmidt como presidente de Google la empresa de Mountain View ya había recibido una jugosa financiación para su desarrollo proveniente de DARPA, la Agencia para Proyectos Avanzados de Defensa. También está acreditado que en 2003 se recibió financiación de la NSA para que esta agencia pudiera acceder de manera rápida y eficaz a información oculta en la Red.

En 2004 GoogleMaps aparece fruto del desarrollo de tecnología originada en el trabajo conjunto de la CIA y la Agencia Nacional de Inteligencia Geoespacial, con la consecuencia de millonarios contratos con el Pentágono… y no son los únicos vínculos existentes entre Google y la comunidad de agencias de inteligencia estadounidenses.

Assange en su libro mantiene la tesis de que lo que fue durante décadas para la dominación mundial militar estadounidense la empresa de aeronáutica McDonell-Douglas sería ahora Google. Una empresa privada favorecida en el desarrollo de su tecnología y en la aplicación de sus herramientas a la hegemonía militar y económica gracias a sustanciosos contratos militares y gubernamentales. Uno de los recursos que estarían empleando para ganarse la simpatía del público será algo tan sencillo como regalar servicios: disponemos de email y espacio de almacenamiento gratuito… nos dan algo gratis y no obtienen un beneficio directo a cambio. Pero si no pagas por algo quizá no seas el cliente sino la mercancía, y en este caso qué mejor estrategia que hacernos querer guardar nuestra información en sus servidores.

En su libro de inminente aparición “Cuando Google se encontró con WikiLeaks”, Julian Assange nos recuerda que incluso si le pedimos que no haga el mal, un imperio siempre será un imperio, y Google lo es.

vINQulo

Newsweek

Antonio Rentero

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