El crecimiento de las tecnologías climáticas clave, incluyendo la energía renovable y los vehículos eléctricos (EVs), ha contribuido a acelerar los esfuerzos de descarbonización en todo el mundo. Otras tecnologías climáticas como el hidrógeno bajo en carbono, la captura de carbono y los combustibles alternativos, están cada vez más disponibles y, si se amplían, podrían ayudar a las empresas a alcanzar sus objetivos de sostenibilidad.
Así se desprende del último informe del Instituto de Investigación de Capgemini ‘Tecnología climática: aprovechar el poder de la tecnología para un futuro sostenible’, según el cual tres cuartas partes de las organizaciones afirman que no alcanzarán sus objetivos de sostenibilidad sin tecnología climática.
Sin embargo, cerca de ocho de cada diez ejecutivos (77%) creen que probablemente los costes de los productos aumenten debido a la prima verde vinculada a estas tecnologías y no están dispuestos a pagar este recargo.
Para elaborar este trabajo, el Instituto de Investigación Capgemini encuestó a 1.350 altos ejecutivos (a partir del nivel de director) de grandes organizaciones (~90% de las cuales tenían ingresos anuales superiores a 1.000 millones de dólares) que tienen planes para descarbonizarse o alcanzar el nivel cero neto; y realizó una encuesta a 500 grandes sociedades de capital riesgo y organizaciones de servicios financieros sobre sus planes de financiación de tecnología climática. Además, entrevistó a más de 15 expertos de distintos sectores, incluidas empresas de capital riesgo.
Según el informe, los ejecutivos esperan que la tecnología climática contribuya a alcanzar el 37% (de media) de los objetivos de descarbonización o de reducción a cero de su organización; y el 65% de las organizaciones tiene previsto aumentar la inversión en tecnología climática en los próximos dos años.
Por ejemplo, dos tercios de las empresas siderúrgicas consideran prioritarios el hidrógeno bajo en carbono y la captura de carbono. Los principales factores que están propiciando este aumento de la inversión son la concienciación sobre el empeoramiento de la crisis climática, una normativa más estricta y una mayor madurez de las tecnologías climáticas.
Aunque la tecnología climática es fundamental para la descarbonización, tiene un precio. Cerca de ocho de cada diez (77%) ejecutivos sugieren que los costes de sus productos probablemente aumentarán debido a la inversión en estas innovaciones.
Dicho aumento de puede atribuirse a una serie de factores, como el incremento de los costes de I+D, de capital y de funcionamiento, así como el coste de adaptar los procesos de fabricación.
Además, la investigación revela que las organizaciones están dispuestas a aceptar un crecimiento del coste medio de los productos debido a la adopción de tecnologías climáticas (la “prima verde”) de alrededor del 9%. Sin embargo, la prima verde existente para muchos productos ecológicos suele ser significativamente superior a esta cifra.
Por ejemplo, se calcula que el coste del cemento bajo en carbono producido mediante la captura de carbono es entre un 75% y un 140% superior al del cemento convencional, y que el combustible de aviación sostenible (SAF) cuesta un 123% más que el combustible de aviación tradicional. En consecuencia, las tecnologías climáticas no pueden ayudar actualmente a crear productos y servicios más limpios de forma comercialmente viable.
A pesar de los retos, hay focos de rápida expansión en la adopción de tecnologías climáticas. Se trata de tecnologías en las que las primas ecológicas han disminuido considerablemente, como la energía solar fotovoltaica y los vehículos eléctricos, así como tecnologías en las que las primas ecológicas siguen siendo elevadas, como la captura de carbono para el cemento, el hidrógeno ecológico para el acero y el SAF para la aviación.
Los ejecutivos de estas industrias esperan que la adopción de la tecnología se extienda rápidamente: en tres años para los vehículos eléctricos en la industria del automóvil; en cuatro años para la energía solar fotovoltaica en el sector de la energía y los servicios públicos; en tres años para el SAF en la industria de la aviación; y en dos años para la captura de carbono en la industria del cemento.
“A medida que el mundo se apresura a encontrar soluciones para hacer frente al cambio climático, podemos ver que existe una gran predilección por estas tecnologías, respaldada por una mayor concienciación sobre la urgencia de actuar”, declara Florent Andrillon, Director Global de Tecnología Climática de Capgemini.
“Estamos al principio de una ‘Revolución Industrial Limpia’. El apoyo público y la financiación privada han empezado a encender la ola de inversión verde, pero acelerar la ampliación de estas soluciones requerirá más inversiones en capex, reducciones de costes e innovación en el modelo de negocio. Antes de que las tecnologías climáticas alcancen la paridad de costes con sus homólogas tradicionales, no se puede esperar que las empresas o los consumidores asuman por sí solos grandes primas ecológicas. Las políticas públicas tienen que nivelar el terreno de juego y apoyar adecuadamente la ampliación”, sugiere Andrillon.
El directivo insiste en que “tanto los consumidores como las organizaciones comprenden la necesidad de adaptar rápidamente sus comportamientos y saben que existen soluciones. Hará falta una mayor intervención de los gobiernos para apoyar y acelerar ese cambio de paradigma tanto para la industria como para los usuarios finales”.
La investigación también determina que, de media, las organizaciones planean aumentar la inversión en tecnología climática en un 7,7% en los próximos dos años. Sin embargo, la inversión media anual en iniciativas y prácticas de sostenibilidad medioambiental en todos los sectores representa solo el 0,92% de los ingresos totales en 2023, una tendencia que se ha mantenido estable desde el año pasado.
En términos absolutos, significa que la inversión actual en sostenibilidad medioambiental de las 2.000 empresas más grandes del mundo representa menos de 500.000 millones de dólares anuales en total. Se trata de una pequeña parte de los 1,8 billones de dólares de inversión mundial estimada en energías limpias en 2023, muy por debajo de los 4,5 billones anuales necesarios a principios de la década de 2030, para que el sector energético alcance las emisiones netas cero en 2050, según la IEA.
La financiación de capital riesgo y las instituciones financieras ya están cubriendo parte de este vacío y deberían desempeñar un papel fundamental en la ampliación de la tecnología climática. Según el informe, el 37% de las empresas de capital riesgo encuestadas prevé aumentar la inversión en tecnología climática en 2023, proporción que aumentará al 48% en 2024 y al 56% en 2025.
Asimismo, cerca de la mitad (47%) de las empresas de gestión de activos y los bancos confiesa que incrementará la financiación de la tecnología climática en 2023, y casi el mismo porcentaje (46%) en 2024, aumentando hasta el 53% en 2025. Este crecimiento de la inversión se centrará en los vehículos eléctricos (para el 55% de ellos), así como en los programas informáticos de descarbonización (45%), los biocombustibles (36%) o la energía nuclear (33%).
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