Inteligencia militar o cómo convertir una presentación en arma de destrucción masiva [Veredicto: mejor nos dejamos de powerpoints]
A pesar de que Microsoft suele tener en el Windows un Buscaminas, parece ser que el auténtico campo minado para las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos de América lo constituye el PowerPoint. Las presentaciones se han convertido progresivamente en una herramienta indispensable a la hora de comunicar información y establecer estrategias, pero el empleo abusivo de eso herramienta ha terminado por convertir las reuniones de altos mandos en un dolor de cabeza del que no se termina sacando nada en claro.
Los problemas que con más frecuencia ocasiona el trabajo mediante presentaciones en el Ejército USA son diversas. Por un lado simplifica en exceso los asuntos que se tratan, no llegando a comunicar con precisión las complejidades de la guerra, aunque paradójicamente en ocasiones también contribuye justo a lo contrario, a enmarañar aún más la madeja, claro ejemplo de lo cuál es la imagen que acompaña esta entrada, y de la que ha manifestado gráficamente el general Stanley A. McChrystal que “es un bol de spaghettis y cuando terminemos de comprenderlo ya habremos ganado la guerra”.
También se critica de las presentaciones en PowerPoint que son “un grano en el culo” (como veis, los militares van al grano). Se pierde una ingente cantidad de tiempo en prepararlas por parte de muchos militares cuya ocupación casi a tiempo completo es únicamente esa. Y el problema no acaba ahí, pues si elaborarlas ya es una tarea ingrata, no menos agradable es sentarse a contemplar el pase de diapositivas, descrito por el general David Petraus como “una agonía“. Casi podría decirse que ello hace que los soldados reciban ataques desde dos frentes.
Peor quizá lo más grave sea que al tratarse de una tarea tan ingrata, termina por ir pasando como una patata caliente por todo el escalafón en una doble dirección. Hacia abajo para ver quien es el “pringao” que termina elaborándola, hacia arriba para que sea un mando superior sobre quien recaiga la responsabilidad de haberse tragado la presentación, haberla comprendido, y terminar actuando conforme a ella.
Lo importante de haberse dado cuenta a tiempo de esta circunstancia es que tal vez aún puedan revertir esta situación en su favor. Ya veo al estilo Gila a un militar yankee contactar con el enemigo: “¿está el enemigo? oyes, que te mando un powerpoint que hemos hecho para que le echéis un vistazo”. ─Antonio Rentero [The New York Times]