Hace ahora tres años, Pat Gelsinger tomó las riendas de Intel como CEO de la compañía. Era un momento delicado en el que la compañía estaba valorando vender sus fábricas para centrarse exclusivamente en el diseño de los semiconductores.
Finalmente no llegó a ocurrir gracias, principalmente, a la decisión de Gelsinger de seguir apostando por estas instalaciones a través de su estrategia IDM 2.0, el camino a seguir para diseñar, fabricar y entregar este tipo de productos, algo que pocas empresas a nivel mundial son capaces de conseguir en la actualidad.
Más aún, Gelsinger anunció una importante expansión de sus fábricas y fundiciones a nivel mundial a través de inversiones de miles de millones que permitirá cubrir la demanda interna, así como la creación de una unidad de negocio independiente —IFS, Intel Foundry Services— para fabricar también semiconductores de terceras empresas.
Un plan enormemente agresivo y ambicioso, pero que para Gelsinger se trataba de una fórmula ganadora en un sector en constante crecimiento y cada vez más crítico en la economía mundial.
Norberto Mateos, Director del Sector Corporativo en el territorio EMEA y Director General de Intel en España, lo confirmaba en la tradicional rueda de prensa de comienzos de año con los medios de comunicación tecnológicos: “Nos encontramos en un momento muy interesante en el que la industria de la tecnología ya supone un 15% del PIB a nivel mundial, pero además está creciendo un 2,5% más rápido que el resto de industrias, por lo que este porcentaje crecerá aún más en esta década”.
Mientras tanto, el mercado de semiconductores también está ganando relevancia como parte de este crecimiento toda vez que aglomera los componentes imprescindibles para cualquier tipo de proceso de computación dentro de las Tecnologías de la Información y Comunicaciones.
“Si lo pensamos, el mundo que hemos vivido en las pasadas décadas ha tenido como denominador común al petróleo. Todas las transiciones industriales se han producido gracias a este líquido natural y a la energía. Sin embargo, el desarrollo económico de las cinco próximas décadas van ha girar en torno a los semiconductores. Y todo el mundo está intentando posicionarse detrás de su fabricación”, declaraba el directivo.
Se trata de un mercado extremadamente exigente en el que es necesario invertir miles de millones todos los años para mantener los avances e innovaciones que hemos vivido en las últimas décadas. Un mercado en el que Intel quiere seguir estando en lo más alto. De hecho, ha retomado la primera posición si atendemos al ranking de semiconductores del mercado TIC (para el mercado global de chips, TSMC mantiene un incontestable liderazgo), con Samsung en segunda posición (según datos de Gartner).
Como parte de esas innovaciones, existe una clara tendencia que está influyendo en la fabricación de semiconductores: la inteligencia artificial. Según las previsiones de Intel, aproximadamente un 20% de los chips que se fabriquen el año que viene irán destinados a entornos de IA, lo que supone un porcentaje realmente importante. Se trata de chips no solamente dedicados al procesamiento de datos, sino también al almacenamiento de la información, tal y como recalcaba Mateos.
Otro de los factores que está marcando el devenir de la fabricación de semiconductores es la inestabilidad geopolítica, que está impactando negativamente en todos los sectores. “Por desgracia, en Europa sólamente se fabrica un 10% del total de chips a nivel mundial, por lo que dependemos mucho de otras regiones para asegurar la cadena de suministro de todos los productos relacionados”, expresaba el directivo.
En este sentido y también como parte de la estrategia marcada por Gelsinger, Intel se ha comprometido a aumentar la producción de chips en la Unión Europea para reducir dicha dependencia. Lo está llevando a cabo, junto con las autoridades europeas, a través de una inversión de más de 95.000 millones de euros en los próximos años para construir nuevas fábricas en el viejo continente.
Asimismo, Mateos identificaba los principales mercados que demandarán más chips durante los próximos años. Conocemos bien las necesidades en materia de computación, almacenamiento y conectividad inalámbrica, pero el segmento de la automoción está solicitando cada vez más componentes de este tipo. La estimación de Intel es que dichos mercados generen el 70% de la demanda total de circuitos integrados para 2030.
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