La nube no es el camino hacia el Internet de las Cosas. O, al menos, no es el único camino que puede llevar a la industria hacia IoT. Así lo defiende Intel. Con el vicepresidente y director general precisamente del grupo de IoT de la compañía de Santa Clara, Jonathan Ballon, ha tenido la ocasión de hablar nuestra compañera y redactora jefa de ChannelBiz.es, Rosalía Arroyo. Ha sido durante la celebración del evento IOTSWC (IoT Solutions World Congress) en Barcelona, donde Ballon ha comentado que hemos estado viviendo bajo la “falacia, durante el último par de años, de que todo el valor migraría a la nube desde un punto de vista analítico”, cuando “lo que nos estamos encontrando es” el requerimiento de “una arquitectura que incluya la nube, los límites de la red y los propios dispositivos”. Esto se acentúa en “casos de uso industriales”, como los coches conectados que se convierten “casi en un centro de datos móvil” a través de proyectos de conducción autónoma y necesitan “responder a actividades en una milésima de segundo”.
“Existe una enorme cantidad de análisis en tiempo real que tiene que tener lugar en el borde de la red”, ahonda Jonathan Ballon. No habría ni presupuesto ni tiempo “para mover esas cargas de trabajo a través de la red y de vuelta a la nube”, por lo que debe hacerse “de forma local”. Lo que sí que debería influir en el Internet de las Cosas es 5G. Se trata de una tecnología que “va a jugar un papel muy importante en IoT, simplemente porque es un estándar común que se puede utilizar en una variedad de rangos y velocidades de datos”, razona el vicepresidente y director general del grupo de IoT de Intel. “Durante los últimos quince años han surgido una gran cantidad de normas y tecnologías, pero lo que nos promete 5G es hasta un Gigabit de uso de datos simultáneo para los usuarios”, recuerda. “Puedes tener cientos de miles de máquinas operando” de forma inalámbrica, mientras que la latencia “se reduce drásticamente”, con “mayor capacidad y cobertura”. Para Ballon “va a ser una capa de comunicación fundamental”.
El Internet de las Cosas debería ayudar a industria como las de “petróleo y gas, energía y agua, manufactura” o “salud”, que “representan en conjunto casi la mitad del PIB mundial” pero que “no han adoptado en realidad el valor de la Tecnología de la Información”, a “impulsar mejoras de productividad” con “un mejor acceso a los datos”. Éstas podrán, por ejemplo, “reducir el tiempo de inactividad no planificado de grandes infraestructuras” o incrementar “la calidad de las líneas de fabricación”, defiende Jonathan Ballon, que apuesta por la “tecnología especialmente diseñada. La tecnología tiene que pensar en las cosas de un extremo a otro de la arquitectura”. Este profesional, que destaca ventajas a explotar como “la resistencia y la escalabilidad” , indica que hay que tener en cuenta que “se trata del dispositivo, se trata de la red y del centro de datos o la nube, pero también de las comunicaciones y la seguridad que conectan esa arquitectura de extremo a extremo”.
En este sentido, Intel ha presentado el procesador Intel E3900 “Apollo Lake”, que ha sido introducido como “la primera plataforma especialmente diseñada de verdad que se expande en múltiples mercados IoT y que tiene una gran cantidad de capacidades que nunca verías en un chip diseñado para un PC o un teléfono”. Sin ir más lejos, la “computación coordinada de tiempo” que entre otras cosas permitiría poner cientos de robots en funcionamiento dentro una línea de fabricación al mismo tiempo, haciendo que se comuniquen “entre sí en menos de un nanosegundo de sincronicidad”. O procesar imágenes en cámaras IP con “algoritmos de visión por ordenador muy sofisticados”. No en vano, este chip promete “el doble de potencia de procesamiento que las generaciones anteriores y casi tres veces la capacidad de gráficos”, tal y como señala Jonathan Ballon, que además asegura que tanto clientes como socios que han tenido “acceso temprano a esta plataforma la adoran. De hecho, hemos visto cinco veces más demanda para este producto que para cualquier otro producto IoT que hayamos lanzado al mercado”.
¿Es el Internet de las Cosas más bien el Internet de las Amenazas? “Hoy en día, todo el mundo va a tratar de tumbar la industria”, responde Ballon, que analiza el ataque Mirai, “el mayor ataque en internet en la historia”, acaecido hace tan sólo unos días. En este caso lo que ocurrió “en realidad no fue una vulnerabilidad técnica”, aclara este experto. Lo que ayudó a comprometer la red “fue un error humano, ya que estos dispositivos se enviaron con el nombre de usuario y la contraseña por defecto”. Y lo positivo de todo esto es que “podemo eliminar” ese error humano que parece condicionar siempre la seguridad. El directivo de Intel argumenta que se está intentando “convertir el proceso de suministro en automatizado, utilizando diferentes técnicas”. Ya existe “una tecnología llamada EPID, que es Enhanced Privacy ID, que permite un identificador único a nivel de silicio, que está incrustado debajo del sistema operativo”. Se encuentra, por tanto, en “la parte más segura de la arquitectura”. Y justo hacia ahí es “hacia donde va el mercado”. Según Ballon, “todo el mundo está trabajando duro para garantizar que aseguramos el IoT”.
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