“En algunos casos, los puertos SATA de los chipsets pueden degradarse con el tiempo, lo que podría afectar el rendimiento o funcionalidad de los dispositivos conectados a través de SATA, como discos duros y unidades de DVD”, según apuntan desde Intel.
A pesar de que estos chipsets se usan en las placas de la nueva generación de procesadores Sandy Bridge, Intel asegura que éstos no se están viendo afectados por el fallo.
La compañía señala que se han paralizado las ventas de estos chipsets y que han comenzado la fabricación de una nueva versión del chip con el fallo corregido, que comenzará a venderse en febrero.
También han asegurado que trabajan con sus socios para que acepten la devolución de las placas afectadas y que éstas puedan ser reemplazadas por otras nuevas.
Según los cálculos de Intel “son relativamente pocos” los usuarios afectados por el fallo en “Cougar Point” ya que las unidades con problemas se están comercializando desde el pasado 9 de enero.
En este sentido informan de que las “unidades potencialmente afectadas” que se han vendido a consumidores finales son los sistemas basados en la segunda generación de Core i5 y Core i7.
Este fallo conllevará un descenso de los ingresos que la compañía ha cuantificado en 300 millones de dólares (218 millones de euros), aunque el coste total en concepto de devoluciones y fabricación de nuevos chips alcanza los 700 millones de dólares (510 millones de euros).
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