Instrumentalización del ocio

La propaganda se encuentra tan asimilada en determinado juegos, que podríamos decir que los juegos se han convertido en el panfleto ideológico del siglo XXI.

Los preceptos morales que respaldan las acciones violentas carecen tan visiblemente de un fundamento lógico que, desde hace décadas, las mentes pensantes especializadas en perversión de valores han tratado de buscar el remiendo que dignifique su injustificable actitud.

La prensa escrita, la radio, el cine y la televisión han sido doblegadas a la ideología imperante, hasta el punto que la independencia, la veracidad y la honestidad están en estos momentos más en tele de juicio que nunca. La connivencia entre estos medios, los grupos económicos y políticos, les resta toda seriedad a los ojos de cualquier lector no aleccionado.

Ello ha llevado a una deslegitimización creciente de los medios de comunicación como informadores desinteresados. Internet como medio de comunicación, por su especial forma de ser, se ha resistido hasta el momento de una manera más o menos airosa. Sin embargo, el ocio electrónico, especialmente los juegos de ordenador, ha incorporado la propaganda como argumento.

La extensión de los valores negativos, fundados en el odio y las justicias subjetivas, sesgadas y manipuladas hacen su agosto banalizando hechos marcados por el dolor y el sufrimiento de personas reales.

La devaluación de la vida se produce a pasos de gigante gracias a la labor constante de los medios de comunicación y ocio. Mientras, las quejas sobre el incremento de violencia proliferan desde las mismas bocas que las alientan. Así nos luce el pelo.