Este tipo de etiquetas sirven normalmente para que los vendedores y fabricantes puedan reducir costes haciendo un seguimiento más preciso de su inventario en el almacén, utilizando las etiquetas como un recibo permanente para devoluciones o para identificación de los ladrones.
Sin embargo, los clientes se sienten a menudo molestos de saber que sus etiquetas pueden ser leídas por el fabricante sin que ellos lo sepan.
Con la nueva tecnología, sin embargo, el cliente puede cortar la antena del chip que guarda la información y reducir su frecuencia de emisión a unos cuantos metros de distancia.
Lo genial de la idea es que el chip RFID no podrá utilizarse para seguir a la gente, aunque de esta forma también se verá limitada su eficacia como medida de seguridad en las tiendas.
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