Hubo una vez en la que el fabricante de equipamiento de red Huawei Technologies ansiaba vender sus productos a empresas estadounidenses, pero la proyección de su negocio quedó paralizada cuando el House Intelligence Committee del país norteamericano emitió un informe en el que se desaconsejaba hacer tratos con vendedores chinos por riesgos de seguridad.
Aunque Huawei ha negado rotundamente las acusaciones de espionaje y ha criticado el proteccionismo de los Estados Unidos, intentando reflotar sus proyectos, parece que finalmente da la batalla por perdida.
“Ya no nos interesa el mercado de los Estados Unidos”, ha declarado el vicepresidente ejecutivo de la compañía, Eric Xu, tal y como recoge la agencia de noticias Reuters.“En términos generales, no es un mercado al que prestemos mucha atención”.
Tanto es así, que Huawei viene de revisar a la baja sus proyecciones de ventas para incluir el descenso financiero que supondrá renunciar a su particular sueño americano. Si el año pasado se preveían ventas por valor de 15.000 millones de dólares para 2017, las estimaciones actuales son un tercio más discretas, quedándose en los 10.000 millones.
“Ahora tenemos una comprensión más profunda del mercado”, ha continuado justificando Xu. “Si podemos lograr 10.000 millones dólares de ventas en 2017, será lo suficientemente bueno para mí”.
“Nos enfrentamos a una nueva realidad”, ha añadido el director de tecnología de Huawei, Li Sanqi, según informa PCWorld. “Nos centraremos en el resto del mundo, que es razonablemente grande y está creciendo de manera significativa”.
En marzo pasado, el presidente estadounidense Barack Obama firmaba una ley que en la práctica prohíbe a las agencias gubernamentales la compra de tecnología de firmas que “son propiedad, están operadas o subvencionadas” por la República Popular China. Este movimiento ha sido interpretado como una forma de cerrar las puertas a Huawei y compatriotas como ZTE, a pesar de las objeciones de la primera, que asegura estar totalmente controlada por sus empleados y niega que el gobierno chino cuente con acciones o contribución monetaria.
Este texto no imposibilita las importaciones de equipos por parte de compañías privadas, que siguen siendo libres para adquirir este tipo de productos si así lo desean. Pero la firma con sede en Shenzhen ha admitido que todos estos obstáculos han tenido un impacto negativo en su negocio y ya no cree que sus números crezcan tan rápidamente como se esperaba.
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