*** Especial desde Barcelona
La evolución vertiginosa de la industria móvil, tanto a nivel de infraestructura como de terminales, es un gran reto para los fabricantes y una gran oportunidad de negocio, pero también un arma de doble filo ya que se arriesgan a no encontrar el retorno de la inversión realizada años atrás. Además, no es difícil que se topen con un serio problema de demanda que no sean capaces de resolver con garantías.
Para 2025, las previsiones elevan el número de dispositivos conectados a la vertiginosa cifra de 100.000 millones. Y no hablamos únicamente de smartphones, tabletas… sino de uno de los términos estrella de esta edición del Mobile World Congress que se está celebrando en Barcelona: El Internet de las Cosas. Millones de sensores que se conectarán a la red para enviar los datos recolectados en prácticamente cualquier industria que se nos pase por la cabeza. Esto significa que la infraestructura de red y los centros de datos –en la nube- tienen que evolucionar de forma significativa para poder transportar y procesar toda esa información, de forma segura pero también eficiente.
Huawei ha dado algunas claves para que el ecosistema no muera en el intento. Lo ha hecho a través de su vicepresidente y CEO rotatorio, Guo Ping, que no dudaba en señalar que la respuesta reside en la próxima generación de comunicaciones móviles: 5G. Pero para llegar a ella aún se tienen que llevar a cabo diversas estrategias como el incremento de la conectividad (para proporcionar cobertura a todos esos millones de dispositivos), la activación de las industrias verticales y la redefinición de las capacidades de red.
Hay que tener en cuenta que, a día de hoy, el 99 por ciento de las máquinas con sensores incorporados no se han conectado a Internet… Pero terminarán haciéndolo, tarde o temprano. Habrá conexiones entre seres humanos, pero las que más serán hombre-máquina y máquina-máquina.
Es aquí donde entra en juego la banda estrecha, que se está desarrollando para dar soporte a todos esos sensores que no necesitan transmitir grandes volúmenes de datos pero tampoco pueden estar consumiendo el mismo ancho de banda que las transmisiones de vídeo reservada para nosotros los humanos. Huawei la define como NB-IoT, una tecnología que tendrá que desarrollarse y desplegarse antes de la llegada de 5G para la transmisión de pequeños paquetes de datos de esos miles de millones de sensores.
En el momento en que esa tecnología esté adoptada, sí será posible activar de forma masiva aquellas industrias verticales como las redes de transporte y la energía –parte destacada de las Smart Cities- para que puedan consumir datos sin que perjudique a la conectividad de los seres humanos con sus dispositivos móviles.
Y, claro, todos esos datos que comiencen a viajar de forma masiva por el espectro de radio disponible, también tendrán que ser recogidos y transmitidos por las redes de cable hacia los datacenter, de tal forma que puedan ser tratados eficientemente. Aquí, la apuesta de Huawei reside en las arquitecturas abiertas definidas por software, un área en la que lleva años trabajando para poder suministrar a los operadores de servicios en red la infraestructura necesaria.
En este sentido, la multinacional china está trabajando con las grandes compañías como Telefónica y Vodafone. El resultado de ello son diversos acuerdos de colaboración que permitirán afrontar la llegada del 5G con garantías, algo que está previsto para 2020. Pero antes de eso hay mucho, mucho trabajo por hacer.
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