Bajo la premisa de que las de software son las únicas fábricas que no cuentan lo que hacen o que no cuantifican la productividad durante los procesos de desarrollo, se ha presentado la primera Guía de Benchmarking de productividad de desarrollo de software. Lo han hecho tres de las compañías especializadas en este tipo de análisis, la española LEDAmc, la americana DCG Software Value y la brasileña TI Métricas, en un movimiento que busca aunar esfuerzos y conseguir mayor visibilidad en un mercado que necesita unidades de medida estandarizadas para cuantificar con precisión estos procesos ya que “el software no es un producto tangible”.
La idea es unificar criterios a la hora de realizar análisis de la productividad de cualquier desarrollo de software. “Es necesario comparar el rendimiento del software de una empresa con el del mercado, lo que le permitirá saber si pueden conseguir un ahorro de costes, se les está cobrando de más o es lo suficientemente eficiente para el objetivo marcado inicialmente”, declaraba en un encuentro con los medios de comunicación Rafael de la Fuente, director general de LEDA Consulting. Al acto asistieron también Mike Harris, presidente de DCG Software Value y Mauricio Aguiar, presidente de TI Métricas.
Al fin y al cabo se trata de definir y compartir buenas prácticas con empresas y organismos internacionales con el mismo objetivo: “la evaluación completa -cuantitativa y cualitativa- de la productividad de un departamento de desarrollo de aplicaciones”.
Más allá de dar nombres de fabricantes de software, los directivos de estas compañías tienen claro que el producto más barato no tiene porqué ser el mejor, pero tampoco el más caro. “Todo el mundo conoce las tarifas por horas que estos desarrolladores ofrecen a sus clientes, suelen ser cantidades estables. Sin embargo, es posible incluso que un mismo proveedor cobre en conjunto un precio distinto en función del cliente”.
Los directivos ponían algunos ejemplos como el de los fabricantes de software de La India. Allí los precios por hora son mucho más bajos. Sin embargo, se generan determinados procesos que encarecen el producto final, como las limitaciones en el idioma o la necesidad de contar con responsables o coordinadores externos, “algo que suele ralentizar la etapa de desarrollo y, por tanto, su productividad”, añadía de la Fuente.
Para esta Guía de Benchmarking de productividad de desarrollo de software, las tres compañías han marcado una hoja de ruta que permitirá presentarla en los tres países en cuestión, ofrecérsela a los organismos internacionales como IFPUG, ISBSG, COSMIC y NESMA, hacer lo propio con las consultoras especializadas en el desarrollo de software y abrir un periodo de debate para mejorar sus especificaciones y recomendaciones.
La puesta en escena de unas medidas comunes conseguirá ir más allá del tarifado por horas y llegar a dar respuesta a preguntas como cuánto cuesta un ‘kilo’ de software, cuánto se pueden ahorrar las empresas, qué aplicación es sustituible, quién proporciona software con mejor calidad, qué tecnología genera menos incidencia y cuál es la eficiencia real de los proveedores, lo que sin duda será bueno para la industria tecnológica.
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