Hotmail, Airbnb, Dropbox y otros maestros del growth hacking
¿Cuándo empezó todo esto? Uno de los ejemplos más usados, y que sirve también para explicar que, aunque el término growth hacking no se empezase a usar hasta hace unos pocos años, es una actividad que ya se hacía antes, es el de Hotmail. Cuando en 1.996 Sabeer Bhatia y Jack Smith crearon su innovador sistema basado en la web, vieron que casi no crecían. ¿Invirtieron en publicidad? ¿Gastaron un dineral en grandes carteles y anuncios? No (en realidad sí, pero no funcionó): introdujeron una firma automática en todos los emails que enviaban sus pocos usuarios. “PD: Te quiero. Consigue tu email gratuito en Hotmail”. En seis meses tenían ya un millón de usuarios (hablamos de 1.996).
Como Hotmail, son otras muchas compañías tecnológicas que ahora cuentan con millones de usuarios, que lograron salir de ese punto inicial de startup-con-una-gran-idea-de-la-que-nadie-oye-hablar gracias a la inventiva de sus growth hackers. Airbnb, por ejemplo, incluyó la posibilidad de compartir en Craiglist (la web de anuncios por palabras, muy popular para temas inmobiliarios, más importante de Estados Unidos) las propiedades anunciadas. El usuario solo tenía que pulsar un botón y el anuncio aparecía mágicamente en Craiglist, con muchísimos más usuarios de Airbnb. Ese acto tan sencillo no lo es tanto desde el punto de vista de programación (Craiglist no tenía API abierta), y posiblemente no se le hubiese ocurrido a un publicista clásico, que no sabe que hacer eso es posible.
Los ejemplos están por todas partes y los hemos interiorizado ya como normales: cuando Dropbox nos ofrece más espacio gratis si recomendamos el servicio a nuestros amigos, cuando Spotify te obligaba a ser usuario de Facebook, cuando muchos servicios nos animan a compartir en redes sociales que somos usuarios (muchas veces a cambio de alguna ventaja extra). Ese marketing que busca que los usuarios sean los anunciantes es la base del growth hacking.
¿En qué se diferencia del marketing de siempre? En realidad, no habría que buscar diferencias, ya que el growth hacking no es más que una evolución adaptada las necesidades de las startups -cambia el presupuesto, cambian las herramientas, pero el objetivo es el mismo: como apunta Fernando Becerra, se trata al fin y al cabo de “vender y hacerse escuchar”. Así, en ambos mundos se buscan “personas ágiles y creativas”, en el caso del growth hacking con ese conocimiento técnico detrás. Empieza a ser un perfil muy buscado -lo es en Silicon Valley. Lo que nos lleva al siguiente punto.
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