El otro sábado hice la fiesta de mi cumpleaños en casa. Acabó a las cuatro y dos municipales de la mañana. Vamos, que los vecinos, por una vez que armo jaleo, llamaron a la policía en vez de subir a pedir que bajáramos el volumen, dejáramos de gritar y apagáramos el jacuzzi. Que vengan dos municipales de mala leche a cerrarte la fiesta da mucho caché, pero esto es claramente una declaración de guerra que no quedará sin respuesta. Para empezar, me he comprado una caja de estas granadas sónicas, con tres niveles de ruido diferentes, que suponemos se llamarán “grillo aturdidor”, “revienta-tímpanos” e “Isabel Pantoja”. El funcionamiento es sencillo: tiras de la anilla, la lanzas a la terraza del vecino moñas y veinte segundos más tarde el bicho (y la granada) se pone a aullar como alma que lleva al diablo. Cuesta 13,5 euros y se puede comprar on-line (tienda en el Reino Unido).
Ear-splitting “sonic grenade” for waking oversleepers [BoingBoing]
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