A todo el mundo le gustan los recursos flexibles y baratos, o al menos eficientes y capaces de adaptarse a las circunstancias para acabar pagando sólo por lo que se utiliza. Google lo sabe y por eso ha decidido introducir novedades en Google Compute Engine.
La idea es que el funcionamiento de las aplicaciones elaboradas por los desarrolladores que confían precisamente en esta plataforma para desplegarlas sea más inteligente. La pretensión es que se vayan ajustando los recursos con los que se cuenta de forma automática, sin abusar de ellos pero tampoco pecando de escasez y perjudicando el rendimiento final. Y que se haga según las circunstancias.
En palabras del gigante de la G, con “Compute Engine Autoscaling puedes asegurarte de que está disponible el número exactamente correcto de instancias de Compute Engine en un momento dado para manejar la carga de trabajo de tu aplicación”.
Y es que el número de instancias ideal que deben entrar en juego para hacer frente a la demanda será diferente en casos de uso alto que para situaciones de uso bajo de la aplicación. Y, consecuentemente, el dinero que te puedes ahorrar al ajustar las máquinas con precisión puede resultar significativo.
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