Comunidad de Valencia, contrata para la “eficiencia energética”, compra de bombillas led a miles… No, no estamos en la sección de política local y ante otro caso de chanchullos con caja B. Se trata de un proyecto pionero de colaboración público-privado institucionalizado (CPPI) que pone en práctica la joven directiva comunitaria aprobada recientemente en Bruselas (2014/23) y que abre un nuevo campo de cooperación para el impulso económico local. Y hay que decir que empezó en el 2015 con el anterior equipo de gobierno del PP y ha sido consumado con el actual de color totalmente distinto (PSOE más Compromís): “Estuvimos a punto de picar con la oferta de la Diputación de Rus. Por fortuna, no fue así y el resultado espectacular está ahora a la vista”, explicaba Miguel Ángel Picornell, concejal de Servicios Básicos al Ciudadano y Calidad Urbana, quien fuera periodista en la extinta Canal 9.
Estuvimos en el acto simbólico de la reposición de la última bombilla y el encendido en el jardín de la Marquesa, junto a las autoridades municipales y a la cúpula de Alisea ESCO y Tech Pro, la matriz china y fabricante de luminarias bajo la marca Ledus que compró Tecdoa Energy con sede en Vitoria en 2011 para desembarcar en el mercado europeo. Para la alcaldesa, la joven Diana Morant, “hay un doble objetivo: un ahorro energético muy importante puesto que las luces led consumen la mitad, y un respeto por el medio ambiente ya que contamina menos y además vamos a poder destinar parte del dinero ahorrado en proteger y potenciar los espacios naturales que nos rodean como son las láminas de agua y las dunas naturales costeras”.
El proyecto para el alumbrado público de Alisea en Gandía, que no es el primero que promueve en España puesto que ya ha colaborado con otros ayuntamientos de diverso tamaño como Jaén, Cartaya o Tarancón, tiene un gran significado por las condiciones que se han pactado y el modelo escogido. No es solo el ahorro estimado para las arcas municipales de un 20% lineal en la factura de la luz, estimado en más de 8,5 millones de euros en 15 años. O el 70% de ahorro en emisiones de gases contaminantes equivalentes al CO2 que producirían 2.200 vehículos circulando por el casco histórico todo este tiempo, o medido de otra forma, a los 300.000 árboles que serían necesarios plantar en 1.500 campos de fútbol para absorber y fijar el carbono a través de su follaje. “Lo más interesante de esta contrata es que la empresa privada se hace cargo de toda la financiación del proyecto, de la inversión necesaria para el cambio del alumbrado, de la gestión y mantenimiento con los acuerdos de calidad estipulados, hasta de pagar los recibos de la luz. Para las arcas municipales solo hay un coste cero, y poder poner en funcionamiento un proyecto pionero amable con el medio ambiente y la salud de los vecinos, que mejora la satisfacción de todos y que hubiera sido imposible acometer si dependiéramos de nuestros propios recursos”, señala la alcaldesa.
Y es que este es uno de los puntos más novedosos. Alisea se hace cargo de la total financiación de los proyectos, con lo que a los municipios les sale el cambio de las viejas bombillas de vapor de sodio con una duración máxima de cuatro años y un mayor consumo de Kw/h a las luces de diodo con una vida útil de hasta 50.000 horas sin tener que liberar una partida presupuestario o incrementar su deuda (ya de por sí bastante elevada en la inmensa mayoría de ellos).
En resumen, todo un sistema de smart-city del siglo XXI “real y verdadero, que se ve y se nota en el libro de cuentas”, señala Ignacio Ponce de León, director de Desarrollo de Negocio de Alisea. “Porque hasta ahora todos apuestan por las ciudades inteligentes, pero no deja de ser humo, porque son ideas incipientes con inversiones difíciles de acometer donde es muy complicado medir el ROI, pero el alumbrado público no, el impacto es inmediato. Además, una vez instalada la infraestructura, ésta puede crecer añadiéndose por ejemplo una red de transmisión de señales y contenidos que a su vez se puede alquilar reportando unos ingresos extras al municipio: teleasistencia para la tercera edad, seguridad perimetral para los comercios, avisos a los viandantes, localización de desperfectos o puntos sucios y otros novedosos servicios”.
Las dos partidas principales al respecto para el Ayuntamiento son el consumo de energía y el mantenimiento. En el caso de Gandía estaban cuantificados en 2,9 millones de euros al año. A esa cifra Alisea ESCO le aplicó una baja del 20% y ganó el concurso de licitación para los próximos quince años. Por tanto se ha establecido una cuota anual de 2,3 millones aproximadamente, que es lo que recibe del Ayuntamiento, con un ahorro para el consistorio año a año de 600.000 euros por este concepto respecto a lo que tenía presupuestado.
Y es la ESE (empresa de servicios energéticos, del inglés ‘energy save company’) la que se encarga de todo lo demás: “Cuanto más logremos ahorrar en el consumo, más ganaremos. Eso no quiere decir que vayamos a encender las luces más tarde o apagarlas antes, la calidad del suministro está garantizada por acuerdos de nivel de servicio SLA; lo que sí tenemos es la potestad de negociar el precio de suministro con las eléctricas, así como lograr una gestión más eficiente: asumimos un riesgo calculado, pero cuanto mejor eficientes podamos ser y más ahorro energético podamos sumar, más ganaremos”, explica Francisco Martínez Yubero, consejero delegado de Alisea. “En una analogía de esta tierra, nosotros no plantamos y recogemos las naranjas, sólo nos encargamos de dar el zumo. Es un modelo de negocio distinto, donde la ganancia económica se traduce en un planeta mejor; incluso tenemos en nuestra mano potenciar que el origen de la energía contratada provenga 100% de fuentes renovables”.
El holding Tech Pro que preside el empresario Amos Li cotiza en Hong Kong y tiene puesto los ojos en este tipo de proyectos que considera estratégico en su desarrollo europeo y americano, y ahora mismo Gandía es su gran ventana al mundo, convertida en “hecho relevante en la bolsa hongkonesa”, cuenta Martínez Yubero. “Nuestra intención es salir este año o el que viene al mercado bursátil alternativo primero, porque queremos crecer, y además ser un referente y llevar este modelo de negocio a otros sitios. Nosotros somos una empresa de servicios que venimos del mundo de la consultoría y que no reniega de su génesis ingeniera, no venimos del ladrillo y el recalifique que gana un proyecto y luego le mete un sobrecoste de órdago. Buscamos una relación a largo plazo con nuestros clientes, no queremos ser el más grande, sino el mejor; por tanto, no se trata de llevarnos bien un ratito mientras nos hacemos la foto, sino durante toda la vida de la concesión. En esta relación de quince años es más fácil que me toque la bonoloto y me retire al Caribe, pero las luces van a seguir encendiéndose todos los días. Es un cambio de concepto, más similar al renting: el Ayuntamiento lo contabiliza como un gasto fijo, sin incrementar su deuda ni generar partidas extraordinarias en el presupuesto”.
En este incipiente mercado de la Eficiencia Energética, Alisea se debe enfrentar a tres tipos de competidores. Por un lado están las comercializadoras de último recurso, que ven cómo empieza a peligrar su negocio: sus contratos de suministro con los municipios suelen durar de uno a cuatro años, y con estos contratos a largo plazo donde la empresa ESE concesionaria tiene facultad durante más de una década para elegir y cambiar a las opciones más convenientes, no les queda más remedio que intentar optar a este tipo de CPPI.
Por otro lado están las clásicas dedicadas al mantenimiento de las instalaciones (cableado, conectores, transformadores, farolas, proyectores, semáforos, centros de mando…), en España son sólo tres o cuatro de toda la vida: “sacan el contrato y ya que está de moda, hacen una inversión de apalancamiento y ofertan también el cambio a los leds, pero no son fabricantes ni es su modelo de negocio principal, y al final los suministradores les aprietan tanto los márgenes que para compensar acaban ahorrando en el mantenimiento que es la partida que mejor controlan, penalizando la calidad del servicio y lo que parecía una solución al final se trata de un problema”, cuenta Ponce de León. “Se hacen una foto con un equipo de 20 personas pero que luego de verdad sólo hay dos fijas. Y finalmente se encuentran las grandes constructoras que todos conocemos, no son especialistas pero saben que una vez ganado el concurso, ya cuadrarán las cuentas sacándolo de otros lados, como la recogida de basuras o la construcción de un polideportivo”.
Según el máximo responsable de Allisea, España presenta una serie de claves que hacen muy atractivo e incluso “necesario” este tipo de puestas al día. “Por un lado, nos gusta mucho la luz, las ciudades y los alrededores sufren en muchos puntos de contaminación lumínica y este sobre exceso o mala distribución obliga a elevadas facturas; además el coste de la energía en la península es mucho más caro que en el continente, y el horizonte es de que siga subiendo. A esto se añade que los ayuntamientos se encuentran muy endeudados y sin recursos propios, por lo que no les queda más remedio que recortar o suprimir servicios, así como renegociar para ahorrar lo máximo posible. Soluciones pioneras y atractivas como la nuestra no les supone ningún gasto extra, todo lo contrario, no se tienen que encargar ni de la financiación ni de la gestión ni del mantenimiento, pues se autofinancian con los ahorros generados”, concluye Martínez. “Además ayudamos a que ciudades y empresas sean capaces de controlar los recursos que utilizan para emplear tan solo los realmente necesarios y conseguir una mayor eficiencia y preservación de las fuentes de energía utilizadas”.
La tecnología empleada por Alisea se encuentra entre las más avanzadas. Pese a ser fabricantes (con cinco plantas en China, Taiwán y California donde es capaz de producir 7.200 millones de unidades al año), no necesariamente lo reducen todo a su marca: diodos emisores de luz Ledus, chips Philips Lumileds, drivers Inventronics y Exclara, fuente de alimentación IP67… Sus chasis están diseñados de manera modular de tal forma que la mayor parte pueda ser reciclada, y en caso de romperse una pieza, afecte lo menos posible al resto de componentes y se puedan reparar in-situ y apenas sin herramientas.
El precio de un módulo completo varía entre 250 y 500 euros, y disponen de más de 20 configuraciones para adaptarse a todo tipo de farolas y soportes, con una distribución ergonómica y un efecto colmena que mejora la proyección de luz y disipa mejor el calor. En total, disponen de más de 50.000 puntos de luz gestionados en España (“solo hemos tenido tres fallos en este tiempo”), además de alumbrado público poseen instalaciones en más de 120 parkings privados (EMPark e Isolux/Corsán), así como en museos, residencias de la tercera edad y oficinas. Pero su objetivo más que ambicioso es llegar a los 1,5 millones de puntos de luz de la mano de sus principales partners (Indra, SICE, IDAE…), lo que supondría ahorros a la sociedad en términos de energía de 530 millones de Kw/h por año (al precio de la luz hoy, unos 60 millones de euros).
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