El verano de 2008 es una fecha que los forofos del fútbol recordarán por la histórica victoria de España en la Eurocopa, los economistas por la no menos insólita quiebra del banco de inversiones Lehman Brothers y los más “techies” del lugar por el lanzamiento de la App Store de Apple. Y es que el 10 de julio de ese año marcó un antes y un después en la forma de “crear, distribuir, descubrir y vender software”, tal y como lo expresó en su día el co-fundador de la firma de la manzana mordida, Steve Jobs.
Antes de que entrara en juego este mercado online de aplicaciones los usuarios se veían abocados a descargas arriesgadas desde Internet (todavía pasa) o a la compra de programas en tiendas físicas (también sigue siendo posible), con el inconveniente de que la oferta era más reducida y los precios más elevados. Mientras que la habilidad creativa de los desarrolladores se atascaba entre la contradicción de contar con un gran número de herramientas en su poder y el engorro de llamar puerta por puerta para vender sus creaciones a un público limitado.
El hecho de centralizar en un único lugar millones de productos organizados por categoría, coste y popularidad, simplifica tremendamente el proceso. Por una parte el nuevo modelo reduce la búsqueda e instalación de aplicaciones a cuestión de segundos sin introducción de números de serie ni preocupación por las actualizaciones venideras, y por otra incentiva el apetito de los consumidores que a día de hoy se inclinan por el contenido móvil en detrimento del acceso web. A más comodidad, más demanda, más aplicaciones, más beneficios, más inversión.
Y eso es justamente lo que está ocurriendo. En un mundo en el que la cuota de clientes de smartphones y tabletas no hace más que crecer, las posibilidades de negocio para la industria se ha disparado. Tras los de Cupertino la segunda compañía en oler el potencial de las aplicaciones móviles fue Google, cuyo Android Market se abrió a los programadores tres meses después del estreno de la App Store. Le siguieron el fabricante de terminales empresariales por excelencia, Research In Motion, y el vendedor líder de teléfonos a nivel mundial, Nokia, con BlackBerry App World y Nokia Ovi Store ya avanzado el segundo trimestre de 2009. Más tarde HP heredó el App World de Palm y en 2010 nacía el Windows Phone Marketplace, completando el cupo de sistemas operativos existentes.
Terceras partes también se han animado a emprender con sus propias tiendas. Es el caso de SlideME y Archos AppsLib, ambos reductos de Android. El de los markets multiplataforma estilo Samsung Apps Store, donde se engloba Symbian, Windows Mobile y Bada; Dell Mobile Application Store, que en su ecuación cambia Bada por Android, BlackBerry y webOS; y Opera Mobile Store, usando Java en vez de webOS. O el de sitios independientes como Getjar, Mobango y PocketGear. Pero quizás la que más empuje esté teniendo sea la Amazon Appstore, y no sólo por la transcendencia del litigio legal con Apple, sino por su decisión de promocionar una aplicación de pago gratis cada día, entre otras ofertas.
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