Asequible, profesional y fácil de usar. Con esos tres calificativos se ha promocionado en la red la impresora 3D de Formlabs, una startup fundada por ingenieros y diseñadores que se conocieron cuando trabajaban en el Media Lab del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT). Allí lo tenían todo para dejar volar su imaginación, al contrario que el resto de la comunidad creativa. “Como investigadores del MIT Media Lab tuvimos la suerte de experimentar con los mejores y más caros equipos de fabricación del mundo. Pero nos sentíamos frustrados por el hecho de que todas las impresoras 3D de calidad profesional eran ridículamente caras (léase: decenas o incluso cientos de miles de dólares) y también muy difíciles de usar”, explica este grupo de emprendedores.
“En 2011, decidimos darle solución a este problema nosotros mismos”, continúan. Sentaron bases en las ciudades de Boston, Montreal y Londres. Diseñaron el sistema de impresión en tres dimensiones Form 1 desde cero y probaron una amplia gama de materiales con el objetivo de fabricar en serie ambos productos. Escribieron miles de líneas de código. Construyeron hasta siete generaciones distintas de prototipos. Refinaron el proyecto. Y pusieron a prueba una primera serie de unidades alfa con su propio séquito de testers.
¿El siguiente paso? Montar una campaña de crowdfunding a través de Kickstarter para, por un lado, poder dar pistoletazo a la fabricación masiva de su idea y, por el otro, conseguir que “todo el mundo” sea capaz de colocar al fin en su escritorio “una impresora 3D que cumpla con los estándares de calidad del diseñador profesional” por un precio razonable. O, mejor dicho, a bajo coste. El método no es una novedad, pero ha causado sensación. Este tipo de plataformas de recaudación de fondos a partir del público en general son cada vez más utilizadas por la industria tecnológica para dar el visto bueno a nuevas propuestas y prácticamente iniciar la reserva de sus piezas. Y evita muchas vías tradicionales de inversión, más tortuosas, como los préstamos bancarios, las presentaciones a concursos y la solidaridad de amigos y familiares.
Form 1 solicitaba en un principio 100.000 dólares. A falta de unas pocas horas para que se cierre la hucha de donaciones (a las 14:45 de hoy, hora española) ha multiplicado esa cifra por veintinueve y aniquilado la barrera de los 2.000 supporters, que han colaborado con el pago de un rango que va desde los 5 hasta los 10.000 dólares por cabeza. Ésta se ha convertido por méritos propios en la campaña tecnológica más exitosa de Kickstarter, relegando al puesto de consolación a los auriculares Rift Oculus para realidad virtual que lograron recaudar 2,44 millones dólares a principios de año, y también se posiciona como el sexto mayor desarrollo financiado en esta página web independientemente de su categoría. Supera así a Bukobot 3D Printer y B9Creator, otras impresoras que dejaron su suerte en manos de la caridad de los usuarios.
Mitad hardware, mitad software
Muchas de las personas que han hecho posible el lanzamiento de Form 1, además de “marcar el comienzo de una nueva era para la impresión 3D que cambiará el diseño creativo” como la califican los chicos de Formlabs, serán los primeros en recibir este gadget en sus casas. Se compone de una parte de hardware que mide 30 x 28 x 45 centímetros con la tapa cerrada y se complementa con un kit de post-procesamiento Form Finish. Éste cuenta con una bandeja de acabado, una cesta de lavado y todos los accesorios necesarios para mantener el espacio de trabajo limpio y organizado durante el proceso de impresión. Eso sí, la parte física sólo es responsable de la mitad del truco. El otro 50% de la magia procede de un software intuitivo creado a medida para que los usuarios puedan dedicar menos tiempo a la creación de las copias y más a su diseño previo. Por ejemplo, importando los modelos .STL de cualquier paquete CAD, generando estructuras de soporte inteligentes y enviando los trabajos a la impresora en muy pocos clics.
Otra ventaja clave del programa que da vida a Form 1 es la capacidad de generar con precisión estructuras de soporte delgadas y rompibles que sirven para su cometido durante el proceso creativo, pero que también son fáciles de eliminar cuando ya no hacen falta. De hecho, se calcula que esta máquina es capaz de imprimir capas tan finas como 25 micrones con detalles de hasta 300 micrones en un volumen de construcción de 125 x 125 x 165 milímetros, lo que permite crear geometrías complejas. Esto es posible porque, en vez de conformarse con el plástico extruido característico de las impresoras FDM de gama baja, opta por un proceso de estereolitografía (SL). Un láser moldea la resina de plástico líquido, capa por capa, para reproducir el diseño en disposición horizontal. Cada una de estas capas se solidifica al ser expuesta a determinada longitud de onda de luz y lo hace al mismo tiempo que se dibuja, hasta que todo el modelo está construido.
Esto quiere decir que cualquiera que se lo proponga puede desarrollar una figura mediante una aplicación 3D en sus ordenadores y que, a continuación, Form 1 se encargará de esculpirla tal cual. En un principio sólo será posible utilizar un material de color gris mate idóneo para modelos look-and-feel, piezas independientes o como base de color para pintura. Pero la intención de Formlabs, una vez que su impresora esté en la calle, es ampliar su paleta con más colores, transparencias, flexibilidades e incluso capacidades de fundición a la cera. Y es que las posibilidades son infinitas. Este tipo de tecnología está siendo utiliza en campos tan diversos como la joyería, el calzado, la arquitectura, la ingeniería de tejidos, la automoción y el sector aeroespacial… y esto es sólo el principio.
El precio de salida de Form 1 todavía no ha sido fijado, pero las recompensas establecidas para premiar a los internautas que han tenido a bien contribuir a golpe de talonario ofrecen pistas generales. Los veinticinco patrocinadores estadounidenses que han invertido 2.299 dólares recibirán el kit de impresión completo en lo que está considerado el coste más barato posible, que se convierte en un mínimo de 2.699 dólares para sus vecinos canadienses y en 2.999 dólares para el público internacional. Y tú, ¿comprarías una Form 1? ¿Cuánto estarías dispuesto a pagar?
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