“El crecimiento de la nube pública está impulsado por el hecho de que las compañías están ahorrando hasta un 14% de sus presupuestos”, puede leerse en este informe de 2016 elaborado por Gartner. Este mercado generó 208.600 millones de dólares en 2016, un 17,2% más que hace un año. Y sigue creciendo.
Si sumamos a estos datos la impresionante y – por qué no decirlo- mediática escalada de proveedores de nube pública como AWS, Azure y Google Cloud y el creciente protagonismo del modelo híbrido, parece que la nube privada se ha quedado relegada a un segundo plano.
Pero nada más lejos de la realidad. Gartner estima que el uso de la nube privada y los servicios alojados en nubes privadas aumenten de la mano de la adopción de la fórmula pública. Y es que, tal y como se desprende del informe, el propio modelo híbrido plantea aún hoy muchos retos: de integración, de incompatibilidades de aplicaciones, de falta de herramientas de gestión y de APIs comunes y de soporte.
IDC también confía un próspero futuro al modelo privado y espera que el gasto de las empresas en nube privada aumente un 40% en los próximos dos años.
El modelo privado es además el más requerido en entornos regulados que requieren una alta seguridad y protección de datos. Y no sólo aquí; las pequeñas y medianas empresas, aunque en menor medida, también lo ven como una opción que se adapta a sus necesidades de negocio.
¿Qué futuro le espera a la nube privada? ¿Está su uso está orientado exclusivamente a grandes empresas verticales con altos requerimientos regulatorios?
“La nube privada no se enfoca únicamente a las grandes cuentas”, defiende Sonia López Viñuela, directora de Marketing en Exact Business Solutions. La compañía a la que representa ofrece soluciones cloud para pymes que “han comprobado el impacto positivo en los resultados de su negocio”, nos cuenta.
Luis Palacios, director de Infraestructuras en Cisco España, tampoco considera que la nube privada esté únicamente relegada a grandes cuentas aunque admite que son quienes más la implementan por tres razones: posibilidad de implementar soluciones de seguridad avanzada, control sobre las cargas de trabajo y aplicaciones y aprovechamiento de las inversiones en infraestructura.
Josep Micolau, Principal Business Technologist Architect en CA Technologies, comparte esa visión. No tiene ninguna duda de que la opción privada es más habitual para grandes cuentas, favorecidas por el “control sobre seguridad, cumplimiento de regulaciones y requerimientos de integración”. Así, “las empresas que basan su estrategia exclusivamente en la nube privada corresponden a negocios altamente regulados que no pueden plantearse la alternativa de alojar determinados servicios en la nube pública”.
Preguntado por las cualidades que debe tener un proveedor de nube privada para competir en el mercado, Palacios, de Cisco España, considera que los proveedores Cloud “deben ser agnósticos o tener una actitud neutral hacia la nube”. No se trata de preconizar los beneficios de un modelo u otro, sino de apoyarse en “la capacidad de gestión del ciclo de vida de las aplicaciones mediante una plataforma integrada para aplicaciones Cloud y tradicionales; la seguridad y la analítica para proporcionar inteligencia de nube”.
Es, en otras palabras, cuestión de apostar por una nube privada on-premise pero cuya implementación y disponibilidad la gestiona un proveedor externo. Esto ofrece “todas las ventajas de la nube privada y de la pública”, resume.
La visión de Palacios parece la más aceptada en el sector.
“Cuando una pyme decide utilizar la nube privada busca un socio que se haga cargo de las complejidades relacionadas con su TI, de manera que tanto a nivel local como internacional no se tengan que preocupar por la continuidad, la gestión y la seguridad de sus aplicaciones”, coincide López Viñuela, de Exact.
Más rotundo es Ramón Pérez Blanco, director comercial de Cloud Infra en Capgemini España. “El paradigma de la nube privada pasa por unificar bajo un único modelo gestionado y automatizado las soluciones de software y los sistemas convergentes pre-integrados”.
En definitiva, no se trata tanto de invertir en renovar infraestructura sino de aprovechar los recursos existentes y confiarlos a un gestor, sin comprometer la seguridad de los activos y sin enfrentarse a procesos de migración.
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