El texto y los enlaces forman parte de los orígenes de la Web. La primera página, creada por el científico del CERN y célebre pionero tecnológico Tim Berners-Lee hace más de dos décadas, se componía tan sólo de esos dos elementos básicos. Tenía texto y tenía enlaces. Pero con el paso de los años y la popularización de este gran invento, las posibilidades del desarrollo y el diseño web se fueron multiplicando. Los sitios modernos son mucho más vistosos, ofrecen muchos más recursos. Basan parte de su fuerza en la inserción de fotografías, en la reproducción de vídeo y hasta en la presencia de audio, aparte de facilitar la descarga de contenido adicional y de haber propiciado la aparición de nuevos negocios. Los que hay que facilitan la adquisición de productos desde la distancia, que permiten consultar cuentas bancarias en un par de pasos, que aportan las últimas noticias del día, que permiten hacer streaming de eventos o simplemente distraerse jugando a juegos.
A medida que se fueron añadiendo estas posibilidades, algunas tecnologías han conseguido ocupar un lugar de privilegio en la historia. Es el caso de Flash, el programa que Adobe adquiriría con la compra de Macromedia, que ha llegado a ser profusamente utilizado para todo tipo de sitios web por su capacidad para dar vida a animaciones interactivas. Páginas enteras estaban basadas en su propuesta. Todo lo que el HTML de los años 90 y 2000 no permitía, como jugar con las tipografías o añadir efectos llamativos, fue posible con Flash. Y todos los problemas de visualización que provocaba la falta de un estándar común entre navegadores dejaron de ser problemas con Flash. Y es que esta plataforma de software multimedia permitía incrustar una “película” terminada que se mostraba siempre de la misma manera en distintos soportes, sin alteraciones en la composición ni errores de compatibilidad. Ahí radicaba la fortaleza de Flash, que hoy en día sobrevive en parte en forma de anuncios y juegos.
Parece que esa supervivencia de Flash no llegará demasiado lejos. Su boom se ha ido deshinchando en años recientes al comprobarse ciertos efectos contraproducentes de su uso. Por un lado, la tecnología Flash ha sufrido la virulencia de los ataques de ciberdelincuencia. En 2015, por ejemplo, fue declarado como el programa más atacado de todo el año. De las 1.175 incidencias contabilizadas por el primer Barómetro de Vulnerabilidades de Stormshield, Flash aglutinó entre enero y diciembre hasta 325 ataques por toda una serie de vulnerabilidades que afectaban a su tecnología. En este sentido, ya se ha convertido en habitual el lanzamiento de parches a través de actualizaciones de seguridad críticas por parte de Adobe. Sólo en julio de este año, sin ir más lejos, la empresa de San José solucionó medio centenar errores de un tirón, lo que da buena cuenta de los quebraderos de cabeza que causa Flash a creadores y socios.
A Flash también le han afectado las decisiones de terceros como las que han ido tomando, y continúan tomando, los responsables de los navegadores. Le han impactado las reglas del posicionamiento web y las búsquedas de los usuarios, porque el contenido que estaba dentro de Flash era imposible de indexar por Google y compañía. Y le ha dolido la evolución de los dispositivos informáticos. La diversificación de ordenadores, teléfonos móviles y demás aparatos más allá de las resoluciones 800×600 y 1024×768 evidenció que Flash no estaba preparado para el mundo responsive que se venía. Un mundo responsive, y móvil, que empezó a abrirse paso con el iPhone. Y un iPhone que depende de Apple, cuyo CEO por aquel entonces, Steve Jobs, se opuso a dar cabida a Flash en sus dispositivos iOS a pesar de las críticas, a pesar del revuelo de tal maniobra y a pesar de la estrecha relación que había tenido Apple con Adobe. En 2010, hace seis años ya, Jobs explicó que Flash era el pasado.
“Flash fue creado durante la era del PC, para los PCs y los ratones. Flash es un negocio de éxito para Adobe, y podemos entender por qué quieren impulsarlo más allá de los PC. Pero la era móvil trata de dispositivos de baja potencia, interfaces táctiles y estándares web abiertos, todos ellos ámbitos en los que Flash se queda corto”, enumeraba Jobs. “Flash ya no es necesario para ver vídeos o consumir cualquier clase de contenido web”, tampoco “es necesario para decenas de miles de desarrolladores que crean aplicaciones ricas en gráficos, incluidos los juegos”, aseguraba Jobs, a quien le molestaba que Flash fuese “100 % propietario” y adoleciese de problemas de seguridad y rendimiento que “han persistido desde hace varios años”. También apuntaba a problemas de consumo y la vida de la batería. A la imposibilidad de innovar. Y a la existencia del formato de vídeo H.264, que sí es compatible con el iPhone, el iPad y el iPod, o la de juegos especiales para iOS.
Con el iPhone empezaron las dudas, y con los navegadores han ido extendiéndose. Éstos alegan que existe una tecnología abierta y estándar que permite hacer lo mismo que Flash… o incluso más. Es el HTML5, la última versión del lenguaje HTML que todos defienden como la alternativa ideal. Los principales navegadores, Chrome, Internet Explorer y Firefox le han declarado su particular guerra a los contenidos que confían en Flash. Y dos de ellos, Chrome y Firefox, han actualizado recientemente sus planes. El pasado verano y con el objetivo de alargar la autonomía de los dispositivos que se utilizan para consultar Internet y de acelerar la carga de las páginas, Chrome comenzó a pausar contenido secundario de plug-ins. Pasó parte de los elementos Flash a la modalidad click-to-play con Chrome 42. Y ahora su propósito ha madurado.
Para antes de que termine el año, Chrome quiere convertir a HTML5 en la opción por defecto con la que visualizar contenido multimedia. Eso sí, lo hará al mismo tiempo que autorizará la visualización de Flash siempre que los usuarios lo requieran específicamente o en aquellas ocasiones en las que el sitio web visitado se encuentre entre el top 10 de dominios con Flash, como puede ser el caso de Yahoo. Así las cosas, lo que hará este navegador será reducir la presencia de Flash al mínimo posible, a aquellos sitios que sólo son compatibles con esta tecnología de Adobe, solicitando su habilitación durante las primeras visitas. Con el lanzamiento de Chrome 53 esta misma semana, Google impide ciertas cargas que antes ralentizaban la navegación y que se producen fuera de la vista de los usuarios, como la que está relacionada con la analítica de páginas. En diciembre llegará Chrome 55 para adoptar por defecto la experiencia HTML5.
En cuanto al calendario de soporte fijado por la Fundación Mozilla, esta organización que se encarga del desarrollo de Firefox estrenó en agosto el bloqueo de contenido Flash considerado no esencial para la experiencia final del internauta. Se trata de su propia muestra de compromiso con el aguante de la batería y la aceleración de la web. Además, ya ha adelantado que el bloqueo proseguirá con contenido muy específico e invisible a ojos de los usuarios, empezando por aquel contenido Flash que es posible sustituir por contenido HTML. El año que viene, Firefox comenzará a pedir a sus adeptos que confirmen de forma expresa la carga de Flash, activando el plug-in correspondiente, en vez de mostrar el contenido directamente. La misión es la misma que con Chrome: ir limitando poco a poco la dependencia por un tipo de tecnología que deja que desear en rendimiento y seguridad.
Ya en alguna ocasión, tanto Mozilla como Google se han visto obligadas a desactivar Flash como medida temporal por motivos de seguridad, para proteger a sus usuarios. Se sabe que las versiones antiguas de Flash no serán capaces de ejecutarse en Internet Explorer 11. Mientras, Microsoft Edge se ha apuntado a esa tendencia hacia el bloqueo de elementos Flash secundarios, con una capacidad para “autopausar” que afecta a animaciones periféricas y a anuncios que no desempeñan un papel central dentro de las páginas web. La función, por tanto, no altera el disfrute de los vídeos y los juegos de un sitio. En el futuro, Microsoft tiene previsto ir más allá y meter mano incluso a contenido que sí es básico. Éste no sólo es un camino andado por Microsoft o por empresas con navegadores entre su listado de productos. El adiós a Flash también se ha vivido durante los últimos tiempos en Amazon y en Facebook.
Otro de los grandes mazazos que ha recibido Flash tiene nombre propio: YouTube. El servicio de vídeos de Google mantuvo un fuerte vínculo con Flash, pero eso terminó. A principios de 2015, sus vídeos comenzaron a reproducirse en HTML5 por defecto, así que toda la presencia que Flash había ganado en su día gracias a su relación con esta plataforma la acabó perdiendo tras la adopción de alternativas más eficientes. A nivel de publicidad gráfica se está experimentando algo similar, ya que Google también va a prescindir de Flash en Google Adwords a partir de 2017. Desde hace unos meses ya no es posible subir anuncios de display creados con Flash a AdWords y DoubleClick Digital Marketing y, a partir del 2 de enero de 2017, ni siquiera se podrán ejecutar dichos anuncios en Google Display Network o vía DoubleClick. Los desarrolladores han confirmado que quieren explorar nuevos caminos. Flash se usó para ver hacia dónde quería ir el diseño web y ahora se están cubriendo las necesidades identificadas con el HTML5.
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