Es indudable que la aparición de empresas 100% digitales como Uber, Airbnb, Spotify o Netflix ha revolucionado nuestra forma de trasladarnos, ir de vacaciones, oír música o ver series y películas.
Estas empresas han dado un aldabonazo en la puerta de sectores muy asentados, cambiando las reglas del juego y haciendo que los máximos dirigentes de algunas de las compañías más grandes del mundo se remuevan inquietos en sus sillas.
Ésta es la misma aspiración de las empresas fintech que van llegando al mercado, que están empezando a sacudir al sector financiero. De hecho, según el estudio ‘Blurred lines: How FinTech is shaping Financial Services’, elaborado por PwC, las entidades financieras temen que estas empresas les arrebaten casi una cuarta parte del negocio en cinco años. Sin embargo, la implantación de estas compañías presenta algunas particularidades, diferenciándose de otros disruptores digitales. Spotcap, plataforma de crédito online para pymes, ha detectado tres características clave.
En primer lugar, las fintech apuestan por el desarrollo de un marco regulatorio claro, que fije unas reglas del juego bien definidas. Iniciativas como Uber o Airbnb encuentran su lugar en el mercado a través de ‘lagunas legales’, apoyándose en el argumento de la colaboración entre particulares, por lo que están envueltas en discusiones legales y polémica en muchos países. Spotcap recuerda que el caballo de batalla de Airbnb es la regulación en el alquiler de apartamentos y el pago de impuestos derivados de dicha actividad. Por su parte, Uber se enfrenta frontalmente al ‘establishment’ del sector del taxi y sus cerrados sistemas de licencias.
Por el contrario, las fintech están pidiendo a gritos el desarrollo de una regulación concreta, que las aleje de esos vacíos legales y la incertidumbre. Spotcap especifica que muchas de estas empresas están haciendo labor de ‘lobby’ con este fin, con el fin de aumentar su legitimidad, factor indispensable para garantizar la confianza de los usuarios, elemento esencial en el manejo de dinero.
Por otro lado, la revolución fintech ha venido propiciada por la crisis económico-financiera mundial. Sectores como la música o el negocio audiovisual han ido experimentando cambios evolutivos a lo largo de los años. Antes de que Spotify o Netflix trajeran la suscripción de pago, sus sectores ya se habían tenido que enfrentar a cambios en el soporte –del disco de vinilo y la cassette al CD, o de la cinta VHS al DVD y el Blu-ray- y al desafío de las descargas ilegales.
El ‘boom’ de las fintech ha sido más abrupto, con el ‘crack’ y la crisis de confianza en las entidades financieras tradicionales de trasfondo. Además, la situación económico-financiera dificultó el acceso a la financiación, especialmente para las pymes, dando lugar a nuevas soluciones, como las plataformas de crédito online, el desarrollo del crowdfunding, etc.
Finalmente, Spotcap señala que la principal diferencia entre las start ups fintech y otros disruptores digitales es que no están en guerra con los bancos tradicionales. De hecho, se necesitan mutuamente y hay estrechos lazos de colaboración. Según datos de una investigación de Symbid, el 80% de los principales bancos están invirtiendo en nuevas empresas o cerrando alianzas con ellas para incorporar el fintech y sus beneficios a sus propios servicios. Por su parte, las fintech pueden utilizar el respaldo de los bancos para construir una base de clientes.
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