Fedora 10 ofrece mejoras de seguridad, nuevas capacidades de auditoría, y ofrece a los entusiastas de Linux una buena vía para actualizarse desde Fedora 9. Eso sí, quien utilice este sistema operativo, que no espere soporte alguno por parte de Red Hat.
Fedora 10 es la última versión de esta distribución Linux, soportada directamente por su comunidad de usuarios, y que sirve como campo de entrenamiento para los futuros productos de Red Hat. Como resultado, Fedora ofrece a empresas y particulares la posibilidad de acceder de manera temprana a las últimas capacidades en Linux y el mundo del código abierto.
Por ejemplo, Fedora 10 controla cuál debería ser el entorno de seguridad más adecuado para un sistema operativo de propósito general, con capacidad para implementar diferentes controles de acceso, y seguridad multinivel gracias a SELinux. Al mismo tiempo, incluye un potente cortafuegos, gestión de privilegios, y protección contra el temido buffer overflow entre otras medidas de seguridad.
Y hay más, porque Fedora 10 integra una nueva aplicación de auditoria llamada Sectool, que realizar una serie de pruebas del sistema con el objetivo de detectar problemas en la configuración de permisos, reglas del cortafuegos, y el estado de otras características de seguridad.
Al igual que su hermano comercial RHEL (Red Hat Enterprise Linux), Fedora puede ser utilizada para una amplia variedad de usos: desde portátiles y netbooks, hasta sobremesas, estaciones de trabajo y servidores tanto reales como virtuales. Eso sí, a diferencia de RHEL, que se comercializa mediante un sistema de suscripción anual, Fedora puede descargarse gratuitamente y ser redistribuido sin problemas.
El problema es que mientras que Fedora ofrece a empresas y particulares un pase gratis para estar a la última en Linux, esta distribución obliga a mantenerse en la cuerda floja, pues una vez instalado en nuestra máquina no podremos llamar a la asistencia de Red Hat para resolver cualquier problema. Y es que Red Hat no ofrece un apoyo formal a Fedora, al tiempo que desde el punto de la seguridad y los parches, las distribuciones pronto dejan de estar soportadas. Por ello, los usuarios de Fedora deberían actualizar sus sistemas con la última versión al menos una vez al año.
Por ejemplo, las versiones de Fedora 10 y Fedora 9 adolecen de una falta de soporte para funcionar como sistema operativo anfitrión de entornos de virtualización Xen. Fedora 8, en cambio, sí puede ser utilizada como anfitrión Xen, pero esa distribución ya no esta soportada por la comunidad y, por tanto, carece actualizaciones. Pendiente de una actualización del Kernel, una versión futura de Fedora podrá funcionar de nuevo como anfitrión de entornos Xen, aunque por ahora, el proyecto Fedora obliga a los usuarios que necesiten esta función a recurrir a entornos RHEL o CentOS, otro clon de Red Hat.
En cualquier caso, Fedora 10 bien vale la pena para ver y controlar las novedades que vendrán con Red Hat y otras distribuciones del mundo Linux. Es más, para los aficionados a Linux a los que nos les importe “ensuciarse las manos” resolviendo posibles problemas que puedan surgir en momentos puntuales por sí mismos, Fedora 10 es una excelente opción como sistema operativo para estaciones de trabajo y servidores en producción.
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