Conforme aumenta nuestro grado de dependencia con respecto a la información digital, aumenta en paralelo el número, tamaño y consumo energético de los centros de datos en todo el mundo. En un estudio patrocinado por AMD, el Dr. Jonathan Koomey -un reconocido experto en eficiencia energética- llegaba a la conclusión de que sólo en 2005 los centros de datos y sus infraestructuras asociadas en EE.UU. habían consumido 5 millones de Kw de energía, el equivalente a cinco centrales generadoras de 1.000 Mw de potencia.
La factura eléctrica total que supone la operación de dichos servidores e infraestructuras ascendía a 2.700 millones de dólares en EE.UU. y hasta 7.200 millones en todo el mundo. En total, la energía eléctrica necesaria para el funcionamiento de los servidores hacia el año 2010 será un 76% más elevada que en 2005, es decir, 4.800 millones de dólares en EE.UU. y 13.000 millones a nivel mundial.
Uno de los factores que explica este crecimiento tan rápido del consumo de energía es la filosofía tradicional de IT que se resume en “una aplicación, un servidor”. Esta estrategia ha llenado los centros de datos con decenas de racks conteniendo sistemas sobredimensionados, la mayoría de ellos funcionando a menos del 15% de su capacidad, pero consumiendo energía y generando calor las veinticuatro horas del día. Aun con estos niveles tan bajos de utilización, los responsables de IT a menudo tienen que dedicar tres servidores independientes para cada aplicación: uno para ejecutar la propia aplicación, otro como servidor de backup del anterior, para el caso de un fallo de hardware o paradas no planificadas, y un tercero como plataforma de desarrollo y análisis de incidencias.
Los responsables de IT estarían encantados de poder consolidar estas actividades distintas dentro de un número más reducido de sistemas de hardware, pero es comprensible que se tomen toda clase de cautelas antes de meter varias aplicaciones independientes dentro de una misma instancia de un sistema operativo.
Pero ahora disponemos de la virtualización, una tecnología que permite a las empresas hacer un uso mucho más eficiente de los recursos de máquina dentro de los centros de datos y mover el software antiguo con sus datos a plataformas de hardware más modernas y eficientes. La virtualización divide un servidor físico en varias “máquinas virtuales”, cada una de ellas capaz de ejecutar un sistema operativo y un entorno de aplicación independientes. Esta posibilidad permite superar el lema “un servidor, una aplicación” donde el uso medio de recursos de hardware rara vez supera el 25% y nos lleva hacia una infraestructura que admite modelos de gestión de los servidores muchísimo más eficaces. La capacidad de ejecutar distintos sistemas operativos y aplicaciones dentro de la misma máquina física nos permite consolidar las actividades ejecutadas en distintos servidores. Si un sistema virtual falla, otro distinto puede arrancarse de inmediato y ejecutar las mismas tareas.
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