La virtualización es un tema de plena actualidad dentro del mundo de las Tecnologías de Información y la tecnología de virtualización muestra el potencial para provocar un cambio fundamental en la forma en que los responsables de TI consideran sus recursos informáticos. Aunque las opciones de virtualización del almacenamiento y la red están evolucionando, el mercado ha desplazado recientemente el foco de atención hacia la virtualización de los servidores x86. Este cambio de tendencia se va a mantener durante la próxima década a medida que la arquitectura de los microprocesadores y de los servidores evolucione para dar cabida a entornos de virtualización más amplios. Las soluciones y capacidades de virtualización van a cambiar de manera radical durante los próximos años. Las tecnologías de virtualización ya están subdividiéndose en múltiples líneas de desarrollo técnico y “objetivos” de virtualización (por ejemplo servidores, almacenamiento, aplicaciones, middleware). Todos los elementos del centro de datos del futuro tendrán un “aroma” muy virtual y ello va a imponer a los arquitectos, así como al personal de soporte operativo, la necesidad de reciclarse para aprovechar adecuadamente esta evolución.
Beneficios de la virtualización
El trabajo realizado por los primeros fabricantes de estas tecnologías para convencer a los clientes del valor de la virtualización ya ha concluido. Muchas empresas ya están capitalizando los beneficios iniciales (los que hemos identificado en los primeros puntos de este artículo), y ahora empiezan a explorar la flexibilidad y las nuevas opciones que abren las soluciones de virtualización. La virtualización sigue mostrando nuevos beneficios tangibles, mayores cuanto más se difunde su uso, extendiendo su valor a toda la compañía. El retorno de las inversiones en virtualización viene dado por:
- Menos dispositivos físicos a adquirir e instalar. Este hecho pone a la virtualización en el centro y en primera línea del panorama como una de las piezas clave del arsenal de medidas para la “reducción de los costes de capital” con el que se han equipado muchas organizaciones de TI. Ya hemos comprobado el efecto de mercado de este fenómeno, patente en la reducción del número de unidades vendidas de sistemas x86 de un solo núcleo. Los compradores se están moviendo hacia máquinas multicore, más grandes, para poner en marcha diversas opciones de consolidación que se basan en la virtualización. No solo se reduce el número absoluto de máquinas físicas a adquirir, sino también el número de tipos distintos de servidores, y con ello se reduce en paralelo la complejidad global de la infraestructura. La tecnología de virtualización disponible hoy día permite, en general, consolidar cinco o seis servidores físicos dentro de una misma máquina. Si una empresa dispone de 2.000 servidores en un centro de datos, podría reducir este número a 400 ó 500 servidores si es que disponen de las condiciones necesarias para la virtualización. Con la tecnología actual no todas las tareas son susceptibles de virtualización, es decir, aquellas que imponen tasas muy elevadas de E/S, consumos muy altos de memoria o requisitos de hardware muy concretos no van a funcionar bien en entornos virtuales.
- Reducción del consumo de energía, tanto para la alimentación de los equipos físicos como para los sistemas de refrigeración. Un dato sobradamente comprobado es que el consumo eléctrico no se correlaciona directamente con el nivel de utilización de los equipos. Mantener menos equipos y dispositivos físicos y hacerlos funcionar a un régimen más elevado puede considerarse una de las “reglas de oro de las TI ecológicas”. El menor consumo de espacio y energía puede aportar un beneficio adicional en forma de prolongación de la vida útil de los actuales centros de datos. Las compañías eléctricas también han adoptado este criterio y ofrecen incentivos para la adopción de soluciones de virtualización (es el caso de Pacific Gas & Electric, San Diego Gas & Electric y Austin Energy).
- Mejor uso de los recursos de hardware para obtener el máximo valor de las inversiones realizadas en los equipos actualmente en servicio. Los servidores distribuidos habitualmente muestran niveles de actividad bajos y consolidar estas tareas supone un uso más racional y eficiente de los dispositivos físicos.
- Flexibilidad y capacidad de respuesta en entornos de desarrollo de aplicaciones y laboratorios de pruebas. Disponiendo de una infraestructura física reducida que pueda reutilizarse para nuevos fines cuando sea preciso, para dar soporte a escenarios muy distintos de desarrollo y Quality Assurance puede agilizar los tiempos de ejecución de los nuevos proyectos.
- Flexibilidad en escenarios de continuidad de negocio y recuperación ante desastres. El uso de la virtualización como capa de abstracción para entornos de aplicación permite establecer modelos de recuperación ante desastres que pueden basarse en el uso de dispositivos físicos mixtos y aplicaciones mixtas durante una crisis de continuidad. Esta mayor resistencia operativa ha supuesto una orientación completamente nueva a la hora de diseñar los planes de continuidad de negocio.
- Reducción de los costes de gestión de los equipos físicos. Esta reducción se empieza a verificar a medida que las empresas avanzan en sus planes de consolidación, y a medida que las futuras compras de hardware vayan desplazando a un elevado número de equipos físicos. No obstante, la proliferación de servidores virtuales puede contrarrestar estos beneficios (puesto que hacen aumentar los costes operativos), si las soluciones de proceso, gobierno o gestión se muestran insuficientes.
- Agilidad y capacidad de respuesta ante nuevas demandas de la empresa. Las opciones que abren los servidores virtuales permiten un rápido aprovisionamiento y configuración, sin tener que recorrer amplios ciclos de operación ligados a menudo con la compra, reutilización o aprovisionamiento de dispositivos físicos. Aparte, las tecnologías de virtualización permiten aplicar nuevas técnicas de equilibrio de carga para resolver situaciones de expansión y contracción de la actividad de los sistemas.