Fabiola Pérez, Directora Académica de MIOTI, nos habla en este espacio de un tema tan controvertido como futurista: Neuralink, la inteligencia artificial y sus implicaciones éticas y legislativas.
¿Y si les dijera que existe la posibilidad de conectar su cerebro a un dispositivo electrónico para controlar ciertos dispositivos a su alrededor? Intuyo que en la mayoría de los casos la primera reacción sería de incredulidad, ¿verdad? Sin embargo, la tecnología avanza tan rápido que a día de hoy esta posibilidad no suena a película de ciencia ficción o capítulo de Black Mirror y, de hecho, está muy cerca de convertirse en realidad.
Hablo de Neuralink, el proyecto empresarial liderado por Elon Musk que quiere conectar el cerebro con una computadora mediante un implante, decenas de microhilos cargados de electrodos flexibles y un sistema que procesa, extrae la información e incluso estimula ciertas partes del cerebro. Presentado en 2017, desde entonces sus creadores han estado trabajando con ratones, a los que han implantado electrodos en el cerebro con una mínima cirugía, logrando grabar la actividad cerebral. También han trabajado con monos, pudiendo controlar el videojuego Pong por medio de su implante.
Por el momento, este proyecto está orientado a personas que hayan tenido traumatismos y daños en la espina dorsal para ayudarles en su recuperación y en el uso de prótesis de última tecnología. Aunque esto no queda aquí. Neuralink quiere ir mucho más lejos y a largo plazo tratar la depresión, el insomnio y una docena de otras enfermedades neuropsicológicas como la ceguera, la parálisis o la sordera. Incluso facilitar el aumento de la conciencia humana a través de la inteligencia artificial, creando un híbrido ser humano-inteligencia artificial. Con esa ambición, la compañía ya anunció que cuenta con la aprobación de la FDA de Estados Unidos para comenzar a realizar pruebas en humanos a finales de este mismo año.
Este desarrollo tecnológico supone numerosas ventajas inmediatas; una de las principales tiene que ver con el desarrollo de la inteligencia artificial, que se nutre de datos para desarrollar algoritmos que permitan mejorar la toma de decisiones. En MIOTI seguimos muy de cerca cualquier desarrollo tecnológico que tenga que ver con Internet de las cosas, inteligencia artificial o Data Science, y Neuralink pertenece a todos estos campos, un nuevo tipo de dispositivo futurista capaz de recoger enormes cantidades de información sobre nuestra actividad cerebral, procesarlos y contribuir -por ejemplo- al desarrollo de nuevos tratamientos que palíen los efectos de enfermedades como el párkinson.
Sin embargo, como es habitual, la ciencia y la tecnología avanzan mucho más rápido que el marco regulatorio, por lo que no podemos dejar de lado las implicaciones éticas que plantea este desarrollo de la neurociencia desde los puntos de vista de la bioética y neurotecnología. En este sentido, expertos en el ámbito como Marcello Ienca, catedrático de Bioética de ETH Zurich, señalan la necesidad de establecer un nuevo marco legal adaptado a esta tecnología, donde sugiere reconocer al menos cuatro derechos legales.
El primero, la libertad cognitiva, que protegería a los humanos del examen no deseado de la mente. En segundo lugar, la privacidad mental garantizaría que los datos cerebrales no se graben o utilicen sin el conocimiento de alguien, o que se compartan sin su consentimiento. Tercero, preservar la integridad mental, de forma que las compañías de interfaces neuronales, los anunciantes, los ejércitos y los gobiernos no puedan aprovechar la tecnología para manipular el cerebro de una persona. Y por último la continuidad psicológica, que garantizaría que la identidad personal no se vea comprometida, de forma que una compañía no pueda perturbar o poseer tu sentido de identidad.
Otro de los principales obstáculos que presenta Neuralink es el hecho de que el microchip implique una cirugía cerebral, donde Rylie Green, Ingeniera Biomédica y Doctora en Imperial College de Londres afirma que “Llevar cualquiera de estos dispositivos al cerebro… es una cirugía de muy alto riesgo. La gente que se somete a este tipo de cirugías lo hace porque tiene limitaciones severas y hay un potencial para mejorar su vida”.
En definitiva, esta tecnología tiene todo el potencial para ser disruptiva e innovadora en el campo de la inteligencia artificial y en su primera fase, también en el ámbito de la biomedicina. Y como tal, debemos apoyar el avance tecnológico desde el punto de vista de mejora de la calidad de vida humana. Sin embargo, toda tecnología, y Neuralink no es una excepción, puede usarse de forma incorrecta o incluso peligrosa, y podría llegar a representar un peligro para la humanidad en el futuro.