Un gesto tan simple y cotidiano como pagar con tarjeta, el propio teléfono móvil o saldar deudas con amigos y familiares con un click a través de una app de banca, supone mucho más que una gran comodidad para los usuarios finales. Y es que, tras estos gestos aparentemente sencillos, hay una gran cantidad de ventajas y desafíos, siempre de la mano de los avances tecnológicos más punteros.
Los pagos en tiempo real no sólo son más rápidos o instantáneos, sino que están sentando las bases para la próxima generación del comercio. Cuando se combinan con datos, Openbanking e interoperabilidad en una economía global altamente conectada, los pagos en tiempo real significan un nuevo mundo de posibilidades.
Aunque los sistemas de pago en tiempo real no son nuevos —Japón introdujo su versión en los años 70— ha habido una proliferación de esquemas domésticos en los últimos años gracias a la combinación con otras tecnologías. Las interfaces de programación de aplicaciones (API), la banca abierta y el Internet de las Cosas, van acompañadas al mismo tiempo de procesos clave que velan por el correcto funcionamiento de las mismas, como la detección de fraudes, la gestión de riesgos y los sistemas de contabilidad. Todas estas tecnologías y procesos deben además ajustarse constantemente a un entorno siempre activo y en tiempo real.
Además, el aumento de la popularidad de los pagos en tiempo real no solo influye en la comodidad de usuarios, sino que otra de sus ventajas incluye los pagos transfronterizos, lo cual tiene el potencial de estimular el crecimiento económico, eliminar las barreras al comercio y transformar sectores tan tradicionales como la banca.
Sin embargo, para que esto sea una realidad, es necesario contar con unas infraestructuras adecuadas, y en muchos casos, con la colaboración entre los diferentes actores que intervienen en su funcionamiento. Esto es necesario tanto para garantizar su viabilidad como para hacer que los pagos en tiempo real sean eficientes económicamente.
A medida que se construyen estas nuevas plataformas de pago y se reemplazan los sistemas tradicionales, también deben hacerlo los medios para conectar y alimentar estos sistemas. Para ello es clave la tecnología cloud, que permite sostener estos sistemas proporcionando la adaptabilidad y agilidad necesarias, evitando que actores como los bancos incurran en grandes inversiones de infraestructuras. El entorno cloud posibilita probar, aprender y salir al mercado fácilmente con un producto viable sin entrar en grandes costes, lo cual supone también una reducción de las barreras de entrada a nuevos y pequeños actores. Sin olvidar además la importancia crítica de establecer una conectividad segura, fiable y de baja latencia entre los participantes del ecosistema.
Para dar cabida a estos cambios, es fundamental que una infraestructura que apoye este nuevo sistema esté diseñada para una alta disponibilidad, velocidad y un ecosistema financiero diverso e interconectado, así como para conectar de forma segura a los participantes en cualquier proveedor de nube que residan: una infraestructura como Platform Equinix®, formada por más de 200 Equinix International Business Exchange™ (IBX®) en más de 50 mercados y que permite crear rutas de intercambio de datos de forma privada y directa que cumplan con todos los requisitos de los usuarios, proveedores y partners con las máximas garantías de disponibilidad y seguridad.
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