Marynés Villaroel, gerente de Delaware, nos resume en este artículo los problemas generados al no invertir en calidad durante el desarrollo de aplicaciones.
Todo el mundo está de acuerdo en que la falta de control de calidad en los desarrollos o implementación del software tiene un coste para las organizaciones, muchas veces más elevado de lo que en un primer momento pudiera parecer. El problema surge a la hora de determinar cuales son estos costes, ya que a menudo permanecen ocultos, dada la dificultad para realizar una estimación objetiva de los mismos y la falta de datos y estadísticas agregadas de lo que estos costes suponen para las empresas a nivel general.
Hace ya casi una década, el National Institute of Standards & Technology estimaba que el coste de los errores de software ascendía a casi 60.000 millones de dólares anuales para toda la economía norteamericana. Según esta misma fuente, los costes “post-release” es decir, los costes en los que se incurre una vez entregado el software y puesto en producción, pueden alcanzar la suma del resto de costes de desarrollo, incluyendo fase de consultoría, elaboración de código e integración y testeo
No disponemos de datos más actualizados, pero no es nada aventurado decir que esta cifra puede mantenerse y haberse incluso incrementado, a pesar de que las empresas son cada vez más conscientes de estos costes y se toman medidas para no incurrir en ellos.
Al coste de “remediación” de los errores de programación, configuración o implantación hay que añadir siempre el impacto que ello tiene en la continuidad de negocio de las organizaciones, que se traduce en disminución de la productividad y la eficiencia.
Estos costes pueden mitigarse si se implanta la Calidad de Software como un proceso más dentro de la gestión de las TI de las organizaciones, Se estima que del 10% al 25% de los errores en los entornos productivos pueden ser evitados mediante la implantación de procedimientos de Quality Assurance.