El reto de la sostenibilidad se puede aplicar a muchos sectores. Cuando nos referimos a la movilidad, no cabe la menor duda de que el transporte público es el medio más eficiente, un único vehículo permite transportar a una centena de personas. En el caso de los centros de datos ocurre lo mismo. La informática consume energía, si conseguimos agrupar todos estos recursos en un único emplazamiento conseguiremos ser más eficientes y por tanto más sostenibles. Por el contrario, si distribuimos la carga informática entre ordenadores descentralizados, adoptaríamos el enfoque individual del coche en términos de movilidad.
Cuando los departamentos de TI de las grandes empresas consumen energía en sus equipos IT emiten gases de efecto invernadero. Sin embargo, la cuota de la huella energética de los centros de datos sigue estando muy por debajo del 20% del consumo digital total. Esto incluye la energía necesaria para su fabricación y funcionamiento, así como todos los objetos conectados a ellos (ordenadores, smartphones, terminales, redes…). Esta cifra podría ser aún menor a medida que avanzamos hacia el consumo responsable de energía y ahora lo consideramos una prioridad dentro de las empresas.
Hoy en día, cuando evaluamos el impacto ambiental de los servicios digitales, vemos que podría reducirse significativamente mediante el uso de buenas prácticas que optimicen el uso de las distintas herramientas. La implicación del cliente es también fundamental para conseguir un consumo más responsable.
Una vez que se han dado pasos en el diseño de los servicios digitales, es posible reducir el impacto ambiental para el mismo resultado a través de la eficiencia energética, la elección de energías renovables, procesos sostenibles como el free-cooling o la innovación en otros sistemas de aire acondicionado patentados.
En este sentido, cada día son más los centros de datos que se comprometen a utilizar fuentes de energía renovables y que cada vez exigimos más este tipo de energía, aunque sea un poco más cara, lo que está reactivando, junto con algunos cambios en la normativa, la construcción de huertos solares y parques eólicos, creando una combinación de doble efecto: el uso eficiente de la energía a partir de energías renovables.
Los centros de datos se están convirtiendo en facilitadores para la creación de planes de generación de energía renovables, a través de la demanda y de las PPA (Acuerdos de compra de energía). Son, por tanto, vectores digitales responsables y proveedores de indicadores de impacto. Las empresas pueden establecer, medir y controlar indicadores técnicos, energéticos y medioambientales. Estos indicadores se basan en las normas vigentes relativas a las instalaciones, la gestión del consumo de energía por utilización y el seguimiento de los indicadores medioambientales sobre el agua, los residuos y la huella de carbono.
En la actualidad, los clientes no saben cómo medir el impacto ambiental de sus sistemas TI, a diferencia de los centros de datos, que profundizan su experiencia para optimizar su rendimiento y reducir sus costes energéticos. El Data Center Infrastructure Management (DCIM) es un buen ejemplo de una iniciativa en esta dirección. Esta solución examina el rendimiento de los servicios digitales y busca optimizarlo.
Estas herramientas permiten medir y estimar los gastos energéticos de cada unidad de las máquinas del servidor, así como su rendimiento, y así anticiparse mejor a ellos. Sólo midiendo el gasto energético el cliente puede aprender a reducirlo. A través de este tipo de procesos, los clientes pueden acceder a indicadores que les dan una visión general de sus emisiones de CO2, su consumo de agua y energía y el agotamiento de los recursos naturales relacionados con la fabricación.
Herramientas como esta permiten al cliente conocer su huella ambiental y su rendimiento energético para reducir drásticamente su impacto ecológico por el mismo resultado. Por lo tanto, DCIM mejora concretamente el rendimiento de los clientes proporcionando visibilidad y cifras sobre su actividad.
Los centros de datos pueden iniciar el proceso de optimización del rendimiento y de reducción del impacto medioambiental, en particular prefiriendo las energías renovables a los combustibles fósiles. Otros ejemplos de buenas prácticas son posibles, como las operaciones dirigidas a las empresas para sensibilizarlas sobre el ecodiseño. Los esfuerzos conjuntos de las empresas y los centros de datos también adoptan la forma de iniciativas -como IT for Green- para reducir el impacto medioambiental de la tecnología digital mediante el uso de equipos de TI con fines sostenibles.
Los esfuerzos para lograr una forma más sostenible de operar deben ser dirigidos tanto por los directores del centro de datos como por el cliente. De hecho, el cliente comparte la responsabilidad del gasto energético del centro de datos. En este caso, los clientes, al aceptar asesoramiento para optimizar el espacio elegido dentro del centro de datos en comparación con el requerido para sus datos y al optar por una solución más sostenible, están invirtiendo en el futuro. Las empresas que hoy en día priorizan una estrategia de centro de datos responsable con el medio ambiente se beneficiarán a largo plazo, tanto comercialmente como de forma sostenible. Los centros de datos son la base de cualquier iniciativa digital para garantizar una gestión óptima de los datos (almacenamiento, transferencia, seguridad…).
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