Fernando Egido, Country Manager de Brocade para España, nos explica cómo está cambiando el cloud computing. Con la proliferación de dispositivos y aplicaciones móviles de alta gama, cada vez se crea más información fuera de los centros de datos, de una manera no centralizada y con crecimientos exponenciales.
Según un estudio reciente, en 2015 habrá 15 mil millones de dispositivos móviles en uso y se estima que en el año 2020 los usuarios generarán más de 35Zb (Zettabytes) de datos. Estas cifras alarmantes ilustran a la perfección la ardua tarea a la que se enfrentan los CIOs: atender las necesidades de los usuarios, garantizando la productividad y el éxito financiero. La clave de esta tarea se encuentra en la infraestructura de red y la nube.
La construcción de una arquitectura flexible para hacer frente a las exigencias actuales no es tarea sencilla y requiere una estrategia con visión de futuro para abarcar diferentes ideas y soluciones. Sin embargo, del dicho al hecho hay mucho trecho, como bien saben los CIOs. Algunos departamentos de TI -aunque no todos- se resisten al cambio. Reciben presión desde dentro para adquirir nuevas herramientas y sistemas más ágiles, lo que supone más carga de trabajo, en parte propiciado por la brecha entre la gestión en el día a día y los procesos de toma de decisión. El principal causante de dicha brecha es una concepción del departamento de TI como “gestor de los servicios” en lugar de “unidad estratégica” de la empresa.
Para el CIO o gestor técnico, esta situación crea un círculo vicioso de causa y efecto. Tiene que cumplir con los objetivos de negocio pero con recursos muy limitados. Exprimiendo al máximo todos los activos, el CIO puede estirar el presupuesto, pero pronto llegará un momento en el que la red diga “basta!”.
Entrar en la nube
De modo que se plantea el siguiente interrogante: ¿cómo pueden las empresas salir del círculo y encontrar un nuevo modelo en el que la tecnología esté aliñada con los objetivos del negocio? El lujo de desechar las redes actuales y empezar de cero está fuera del alcance de la mayoría de las empresas. En los casos en los que sea posible, el resultado final de diseñar y construir redes de última generación desde cero es a menudo un embrollo burocrático de proveedores, competencia, consultores, plazos y compromisos presupuestarios, que dan como resultado una red con menores servicios que los deseados.
El cloud computing se está convirtiendo en el modelo alternativo a los sistemas tradicionales. Implica servicios bajo demanda de hosting, almacenamiento, red y proceso computacional, pero sin la pérdida de tiempo que conlleva la gestión de plataformas caras y complejas. Según estudios recientes de IDC, los servicios de TI en la nube suman 12.231 millones de euros a nivel mundial, y se prevé aumenten hasta los 30.864 millones de euros en 2013. En Europa las empresas están empezando a aprovechar las oportunidades de negocio que ofrecen la virtualización de los activos y el acceso a las aplicaciones a través de la nube.
Definiendo la nube
¿Cómo funciona? La nube es una idea sencilla pero con un trasfondo complejo. Puede dividirse en tres grandes áreas: el software como servicio (SaaS), la infraestructura como servicio (IaaS) y la plataforma como servicio (PaaS). Estos servicios bajo demanda pueden ofrecerse a través de infraestructuras públicas (“nube pública”), como servicios a medida para la empresa a través de redes privadas (“nube privada”), o como una combinación de las dos (“nube híbrida”). En otras palabras, hay múltiples nubes, por lo que la palabra nube hace referencia más a un concepto que a un sistema concreto de distribución de los servicios.
Estos servicios aportan muchos beneficios económicos y de negocio a la empresa, por ejemplo: el acceso a una infraestructura altamente escalable, lo que quiere decir que el comprador incurre en costes en forma de gastos operativos. También significa que el proceso de actualización de la tecnología subyacente es uniforme e invisible para el comprador, ya que se paga por uso del servicio y no por la tecnología instalada. Y a pesar de la creencia de que la seguridad se logra mejor en casa donde los activos en las instalaciones pueden ser directamente administrados y supervisados, la verdad es que la seguridad no es el punto fuerte de la mayoría de las empresas. La nube también implica que la seguridad se ofrece como parte de un servicio a la empresa por expertos en tecnología para quienes la seguridad es su negocio.
Para muchas empresas una nube privada puede ser la mejor manera de lograr sus objetivos y obtener las mayores ventajas de negocio dado que está hecha a la medida de los procesos internos. Lo que los usuarios empresariales requieren es la posibilidad de elegir sistemas a la carta a través de proveedores locales y remotos. Lo que el departamento de TI necesita es poder configurar y monitorizar esos sistemas, que son la clave para crear una “nube”.