Sammy Zoghlami, SVP EMEA de Nutanix, nos explica la necesidad de acceder a los modelos multicloud para sacar el máximo beneficio de la nube, pero también la importancia de reducir en la medida de lo posible la complejidad a la hora de gestionarlos.
El conjunto de tareas que se ejecutan mediante servicios en la nube sigue creciendo y cada día es más complejo. La principal razón de que así sea es que la tecnología clave sobre la que se sustentan estos servicios continúa siendo, en gran medida, la misma. Lo único que realmente está cambiando en relación con esta infraestructura es que se están añadiendo cada vez más capas de software, aplicaciones y servicios utilizados de forma masiva por prácticamente todos los usuarios.
Esto permite elevar el nivel de abstracción con el que los usuarios interactúan con su servicio en la nube. Es decir, pueden iniciar la interacción sin tener que pensar en los detalles técnicos de cómo configurar, encontrar recursos o gestionar sus operaciones en cloud. Es parecido a intentar transmitir información de forma efectiva: se puede optar por usar un lápiz o un bolígrafo, pero poca gente se plantearía esta elección en términos de si conviene usar una pluma estilográfica o un lápiz 2B.
Hay, por supuesto, paralelismos con la tecnología en la nube. Uno de los temas más frecuentes al hablar sobre la computación cloud es cuál es mejor y para qué. A primera vista, las opciones son muy diferentes: desde servicios en una nube privada en las instalaciones propias de la organización hasta una nube privada en múltiples ubicaciones o una nube pública. También está la nube híbrida, que no es muy diferente, sino más bien una combinación de los otros tipos. Y más recientemente, ha venido a sumarse la nube múltiple o multinube, que es esencialmente una nube híbrida pero orientada a la utilización de muchos proveedores de servicios cloud y el reparto de tareas entre ellos.
Hay indicios de que este creciente abanico de opciones y su mayor complejidad está teniendo un impacto en la adopción de los servicios cloud, en particular en la región de Europa, Oriente Medio y África (EMEA). Tomemos como ejemplo los resultados del último estudio Nutanix Enterprise Cloud Index. Los datos de EMEA en particular demuestran que, si bien un número significativo de empresas había definido en 2018 planes detallados para abandonar los centros de datos alojados en sus propias instalaciones en favor de la nube híbrida, en 2019 la tendencia, aunque solo ligeramente, fue ir en la dirección contraria.
En su conjunto puede parecer que todo esto es otro clásico revolutum informático de diferentes tecnologías, que supondrá cientos de comités y grupos de trabajo manteniendo miles de reuniones para determinar la mejor solución para la situación particular de la empresa. Probablemente, uno de los temas más frecuentes en estas reuniones sería cómo compartir y mover flujos de trabajo entre los diferentes tipos de nubes y los diferentes proveedores de servicios cloud.
Sin embargo, la automatización y la gestión es uno de los servicios esenciales que se está incluyendo. Se crea un entorno para los usuarios en el que estos establecen las reglas acerca de qué debería ocurrir con cada proceso empresarial en cualquier momento. Puede ser un proceso relacionado con la línea del tiempo, como el procesamiento de los resultados económicos trimestrales, o relacionado con las cargas de trabajo, como la gestión de pedidos tras una campaña de marketing exitosa.
Hoy en día, configurar los recursos y los servicios para gestionar manualmente esa complejidad es, sencillamente, imposible. Por eso, nosotros estamos dedicando tanto esfuerzo para desarrollar y ofrecer las herramientas de gestión que necesitan los usuarios. Esto también incluye disponer de herramientas esenciales como Kubernetes para gestionar la pesada tarea de mover las aplicaciones, herramientas y los datos que conforman los procesos empresariales.
Ahora es posible ejecutar un proceso empresarial en la plataforma más apropiada para satisfacer las necesidades más inmediatas, ya se trate de un proveedor de servicios en la nube de bajo coste y un rendimiento medio cuando la prioridad del proceso es baja, o del uso de sistemas de alto rendimiento en las propias instalaciones de la empresa cuando lo necesario es asegurar el máximo acceso a datos y operaciones importantes. También es posible gestionar la transición entre plataformas de forma automática y sin interrupciones.
Llegados a este punto, los usuarios ya no necesitan dedicar mucho tiempo, incluso ninguno en absoluto, a evaluar y comparar las capacidades técnicas de los diferentes tipos de servicio en la nube. Ya no importará si la aplicación o el servicio se queda en la misma plataforma o si se mueve varias veces a la semana: los sistemas automatizados gestionarán todo el proceso según las reglas dinámicas que hayan definido los usuarios.
Los resultados del estudio Enterprise Cloud Index de 2019 que comentaba anteriormente sugieren, sin embargo, que el interés inmediato por esas capacidades en la región EMEA es más bajo que en América y Asia-Pacífico (36%, 42% y 43%, respectivamente). No obstante, en EMEA hay más interés en la idea de la movilidad de las aplicaciones a largo plazo que en América, y por debajo del interés mostrado en Asia-Pacífico.
Al final, los usuarios solo tendrán que hacerse una pregunta fundamental: ¿es mejor operar en “la nube”? Para la mayoría, la respuesta seguramente sea afirmativa, aunque solo sea porque decir “no” implica mayor dificultad para implementar y gestionar, salvo que la empresa ya esté altamente comprometida con la ejecución de aplicaciones on-premise.
Aun así, la mayoría de las aplicaciones corporativas ya pueden ejecutarse eficazmente mediante servicios cloud, de tal forma que las principales aplicaciones y herramientas no solo funcionan sin interrupciones bajo tecnología hiperconvergente, sino que también pueden moverse entre los sistemas propios de las empresas y un completo entorno multinube.
Esto significa que las aplicaciones empresariales existentes que ejecutan las operaciones de producción más antiguas en las instalaciones de las empresas pueden moverse sin interrupciones a un entorno en la nube sin tener que recurrir a la “ingeniería” o la “optimización”. No es solo una cuestión de poder ejecutar la última versión de esas aplicaciones “adaptadas a la nube”, sino de tener la posibilidad de mover todo el entorno informático productivo para tenerlo disponible en cloud.
También tiene que ver con dejar de perder un valioso tiempo en reuniones intentando gestionar tareas para que el negocio alcance algunos de sus objetivos empresariales. Ese es el modelo tradicional con el que han tenido que trabajar todas las empresas, sacrificando algunos de sus objetivos al buscar un equilibrio entre sus recursos TI, sus habilidades actuales, su presupuesto y su calendario para lograr el mejor conjunto de objetivos al que pueden aspirar en la práctica.
Al considerar “La Nube” como una sola entidad holística, por fin es posible para las empresas cambiar su forma de pensar para poder mirar más allá de lo que esperan poder conseguir y enfocarse en la tecnología que les permitirá hacerlo realidad. El clásico (y un poco manido) lema de marketing “sin límites” aquí cobra cierto sentido. “La Nube”, vista como un conjunto integrado de tecnologías y enfoques, ofrece ahora a los usuarios un reto distinto: ¿cuáles son los límites de sus propios objetivos y aspiraciones y qué necesitan para poder cumplirlos?