Este año se presenta como un año clave para proteger la información del cliente. A medida que las amenazas en el ámbito del fraude se extienden y causan estragos, empresas y administración entienden que conviene reforzar los sistemas para verificar la identidad de los usuarios. Solo así será posible hacer frente a los desafíos que tienen en frente. En este aspecto, la inteligencia artificial (IA) irrumpe como una de las principales tendencias que marcarán este año.
Cabe preguntarse el porqué. Lo primero que nos puede hacer pensar en ello es que se trata de uno de los grandes impulsores tecnológicos del momento y que, probablemente, lo será todavía más en los próximos años. Ahora mismo, la investigación y desarrollo asociada a la IA está siendo descomunal y en el ámbito de la seguridad online no está siendo menos. No hablamos de una moda, sino de un elemento transformador que está marcando un antes y un después en numerosos ámbitos y sectores.
La clave, en este caso, está en pensar en la inteligencia artificial como un recurso muy útil para combatir el aumento de las estafas apoyadas en esta tecnología. En pocas palabras, hablamos de la necesidad de combatir a la IA con IA. Lo voy a explicar con más detalles.
La inteligencia artificial se está posicionando como una tecnología muy capaz para que los ciberdelincuentes hagan de las suyas. Por ejemplo, hemos visto en numerosas noticias a lo largo del último año la proliferación de deepfakes que suplantan la identidad de personas, haciendo que un vídeo o una voz puedan ser atribuidas a alguien sin que él o ella tenga relación ninguna. Por tanto, hemos visto la eclosión de un tipo de fraude que podemos catalogar como sofisticado y difícil de detectar.
¿Qué ocurre? Que ante tal amenaza, los expertos en soluciones para verificar que una persona es quien dice ser hemos puesto sobre la mesa métodos eficaces capaces de contrariar estos intentos de fraude; y, efectivamente, lo hemos hecho basándonos en la inteligencia artificial. Me refiero a herramientas potenciadas con machine learning que tienen la capacidad para detectar deepfakes y voice cloning con un acierto total.
Para ello, acudimos a la biometría y la prueba de detección de vida, las cuales pueden distinguir entre un ser humano y un actor fraudulento que sostiene una máscara, una foto o un vídeo falso ante la cámara. Con la detección de vida de la voz, se pregunta a la persona si es alguien real. Con la IA de detección de vitalidad se pueden detectar los artefactos de señal que dejan las voces suplantadas y poner freno al intento de fraude.
Por tanto, en 2024 veremos cómo la biometría y la detección de vida seguirán ganando terreno como formato preferido para verificar la identidad. Y lo hará en tanto que la inteligencia artificial siga ejerciendo de amenaza gracias a la democratización del uso de la tecnología y la profesionalización del fraude. De ahí que animemos a las empresas a estar preparadas: la prevención se convierte en este caso en la mejor medida.
La identidad reutilizable también crecerá este año. Se refiere a datos personales que verifican la identidad de alguien en línea y que pueden ser utilizados varias veces en diferentes servicios digitales sin necesidad de crear múltiples identidades separadas. Esta práctica ofrece ventajas significativas, como simplificación y conveniencia, mayor seguridad y privacidad, reducción del riesgo de fraude, facilitación de la interoperabilidad entre plataformas, respaldo a la inclusión y acceso equitativo.
En este contexto, el futuro marco regulatorio apunta a identidades digitales de este estilo, holísticas. Lo veremos en la Unión Europea, donde ya hay acuerdo sobre el eIDAS2, la cual establece la creación de una cartera de identidad digital europea que permitirá almacenar y compartir datos identificativos, firmar digitalmente y controlar la información personal compartida, evitando el uso innecesario de datos privados. Con toda probabilidad será un hecho a partir este año.
Con todo, lo que se busca es brindar al ciudadano la tranquilidad que merece en términos de seguridad, pero también una experiencia de usuario rápida, ágil y satisfactoria. Es el gran punto de equilibrio al que se aspira al diseñar soluciones de seguridad y que en 2024 alcanzará un nuevo campamento base sobre el que seguir trabajando. La consolidación de una identificación y autenticación fiables y convenientes marcará la agenda de empresas y administraciones.
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