La pandemia ha acelerado el proceso de adaptación de servicios y productos al formato online, por lo que la digitalización se ha convertido en una de las principales palancas para la competitividad. En un mundo cada vez más tecnológico y conectado, se ha puesto de manifiesto la necesidad acuciante de desarrollar aplicaciones versátiles y adaptadas, que den respuesta a diferentes necesidades. Se calcula que, en los próximos 5 años, se crearán hasta 500 millones de aplicaciones, es decir, en este periodo se desarrollarán más aplicaciones que en los últimos 40 años.
No obstante, muchas empresas encuentran dificultades a la hora de desplegar sus capacidades digitales: atraer y retener talento tecnológico de calidad se ha convertido en un reto, ya que existe una alta demanda y una fuerte competencia en el mercado. Hasta un 86% de las organizaciones no encuentra los profesionales necesarios para llevar a cabo sus proyectos. Una situación que, al final, deriva en una dependencia tecnológica y en una asincronía que dificulta la agilidad en la implantación de soluciones y la dirección de las empresas.
Pero, ¿y si su desarrollo no fuera exclusivamente competencia de personal técnico cualificado? Por suerte, hoy el abanico se amplía enormemente gracias a las tecnologías low-code y no-code. Estas ofrecen una base que permite a los usuarios crear aplicaciones para cubrir sus necesidades de negocio específicas sin tener que escribir código o depender de conocimientos avanzados de programación.
Asistimos a un nuevo escenario repleto de citizen developers, un modelo en el que todos los integrantes de la empresa –o la gran mayoría– se están convirtiendo en desarrolladores. Un cambio que, sin duda, ayudará a impulsar la transformación digital y escalar el uso de tecnologías más rápido.
La principal ventaja del no-code es que democratizan las capacidades de desarrollo de software, quitando las barreras de tener que aprender a programar para poder construir herramientas, productos o servicios que se desplieguen en la organización. Se trata de aplicaciones totalmente personalizables que cubren necesidades específicas de negocio, lo que puede ser muy atractivo para diversos segmentos y ámbitos de aplicación: para optimizar procesos internos que requieren mucho papeleo, recoger información de diferentes fuentes o proporcionando una interfaz optimizada para recoger datos, por ejemplo.
Además, mejoran los proyectos de digitalización a varios niveles, ya que simplifican la integración con otros sistemas externos: en estos procesos es clave tener la capacidad de conectar los datos que se capturan y procesan con los sistemas e infraestructuras existentes que ya se tengan. Y al reducir la complejidad técnica del desarrollo, ayudan a que los programadores y operadores del negocio vuelquen su atención donde es más necesario: en aspectos complejos que permitan extraer valor a los datos.
Una variable a tener en cuenta es que cualquier cambio que sea necesario ir introduciendo en los desarrollos se puede acometer mucho más rápida y ágilmente mediante low-code. Por lo tanto, estas innovaciones ofrecen un valor diferencial.
En nuestra experiencia con los clientes, la mejora que aportan las plataformas low-code/ no-code a las organizaciones es enorme. Según los datos de un estudio elaborado por Forrester, con Power Apps las organizaciones crean y despliegan sus propias soluciones en un tiempo muy reducido y con un coste que puede reducirse en un 70% respecto al desarrollo tradicional. Entre sus ventajas se encuentran la rapidez, sencillez y facilidad de adaptación a todo tipo de casos.
Uno de los aspectos clave, no solo en este campo específico de la tecnología sino en la transformación digital de cualquier organización, es la formación. Creo que es muy importante capacitar a empleados de las compañías que están implantando low-code para que lo conozcan y lo usen. De hecho, este último año habremos formado a más de 5.000 personas en las soluciones Power Platform.
Además, es posible aplicar la inteligencia artificial a este tipo de soluciones para hacerlas todavía más funcionales: hemos colaborado con la compañía OpenAI en el desarrollo de una tecnología capaz de escribir código a partir de una descripción del problema y que, por tanto, no requiere de ningún conocimiento previo por parte del usuario. El uso de un modelo avanzado como éste puede ayudar a que nuestras herramientas low code sean accesibles para una audiencia aún mayor al convertirse realmente en lo que llamamos no code.
En España tenemos el ejemplo de Repsol. Buscaba fomentar el desarrollo de aplicaciones por parte de los propios empleados de la compañía con las que crear de forma rápida, sencilla y a medida todo tipo de aplicaciones y bots, sin necesidad de usar código, para cubrir diferentes necesidades de la empresa, independientemente del área al que pertenecieran.
Para ello, presentaron el programa Do It Yourself (DIY), una iniciativa sin precedentes en España, con el objetivo de extender el alcance de Power Platform en toda la empresa. Las cifras conseguidas durante este año son impactantes: Repsol ha conseguido ahorrar más de 2 millones de euros, mientras que los propios empleados de la compañía han construido más de 165 aplicaciones y producido hasta 6.500 flujos de trabajo con más de 38.000 ejecuciones gracias a Power Automate y Power Apps. Al reducir la complejidad técnica del desarrollo de apps, el personal especializado de TI de Repsol ha podido volcar su atención donde es más necesario: en aspectos complejos que permitan extraer valor a los datos o la puesta en marcha de nuevos proyectos que impulsen la digitalización.
Otro estudio de Forrester ha demostrado el impacto que tiene en las empresas implementar este tipo de soluciones de bajo coste, potenciando el rol de los citizen developers: ahorraron 26.660 horas de trabajo por año. Y con ventajas añadidas, como empleados más felices, reducción del tiempo de distribución de un 33% y un aumento de ingresos.
Además, según Gartner, para 2024 el 75% de las grandes empresas utilizarán low-code, por lo que es fundamental comenzar a implementar estas soluciones y aprovechar su potencial para impulsar la transformación digital en organizaciones de todos los tamaños e industrias. Sin duda, la industria del software se dirige hacia la automatización de tareas y vamos a seguir usando low code en el futuro. Las empresas verán los beneficios de apoyarse en los citizen developers para reducir los cuellos de botella en su negocio, cerrar las brechas de desarrollo, aumentar la agilidad e innovar más rápidamente.
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