Existe un proverbio alemán que las empresas deberíamos recordar cada día y que dice: “¿Qué sentido tiene correr si vamos en la dirección equivocada?”. Para una empresa, su estrategia lo es todo, y es en esa estrategia en la que se deben centrar todos los esfuerzos y recursos. Una vez definida, es responsabilidad del líder saber motivar e ilusionar al equipo en un proyecto común, siendo este uno de mayores atractivos para la captación del talento joven y de los millennials, que no debemos olvidar que en 2025 representarán el 75 % de la fuerza laboral mundial.
Innovación y estrategia son dos conceptos que van de la mano y no sólo en el ámbito empresarial. Desde la estrategia militar a la investigación científica, la innovación ha sido el elemento que mayor impacto ha tenido en el progreso de la humanidad. Desde la doma del caballo hace 5.500 años, la invención de las primeras brújulas que nos permitieron cruzar los océanos, la revolucionaria imprenta de Gutemberg o el nacimiento de internet son solo algunos ejemplos de innovaciones estratégicas que han cambiado el curso de la Historia.
Hoy vivimos además en un mundo extraordinariamente volátil, complejo e incierto en el que se suceden profundos cambios sociodemográficos e innovaciones tecnológicas que apenas da tiempo a asimilar. La mejor fórmula para gestionar este entorno incierto es, ante todo, tomar las riendas del cambio a través de la innovación continua. Con el futuro como meta, la innovación estratégica crea ventajas competitivas y permite obtener importantes mejoras operacionales. La generación de nuevas eficiencias realimenta el círculo virtuoso de la innovación y ayuda a la organización a seguir avanzando.
La innovación es, ante todo, una actitud. Uno de los rasgos más característicos de los innovadores es su capacidad para observar el mundo que les rodea: qué hace la competencia, qué se está cociendo en otros sectores, en qué están invirtiendo nuestros clientes… A partir de esa observación atenta y crítica, el innovador conecta ideas y genera otras nuevas. Porque la innovación suele estar allí donde otros la han considerado imposible, consiguiendo vencer los obstáculos dentro de nuestro propio entorno por la resistencia al cambio, pero al mismo tiempo demostrando la capacidad de resiliencia del perfil innovador que impulsa a no abandonar la idea en la que cree y cambiar el mundo que nos rodea.
En definitiva, estamos ante un cambio de era. Sin innovación, ninguna estrategia empresarial logrará ya sobrevivir a largo plazo. La innovación mueve barreras, nos hace avanzar, nos permite crecer, nos hace más eficientes. Nos trae el futuro. Por ello, la innovación marcará cada vez más la diferencia entre las compañías. Adoptemos la innovación como actitud ante la vida para no correr, como dice el proverbio alemán, en la dirección inadecuada.
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