Los humanos siempre hemos estado preocupados por descubrir los secretos de la inmortalidad y resucitar a las personas. Los faraones egipcios fueron los pioneros de esa tecnología en su momento. Momificaban sus cuerpos y los enterraban en tumbas junto a sus posesiones, tesoros, e incluso junto a sus sirvientes y familiares. Además, escribían las historias de su vida con jeroglíficos e imágenes en todas las paredes de las tumbas.
Si pensamos en ello, sus intentos por ser inmortales no eran tan inútiles como a veces pensamos. Tenemos una posibilidad real para crear un clon de uno de los faraones en base a su ADN (hay rastros de ADN de Tutankamón, faraón egipcio que vivió de 1332 a 1323 a.C.), y restaurar su personalidad sobre la base de información que se encuentra dentro de su tumba y la pirámide donde fue enterrado.
Hoy tenemos fórmulas más avanzadas de preservar al ser humano y su vida tal y como la entendemos -por haber guardado todos los datos directa o indirectamente relacionadas con la persona en cuestión, además de su ADN durante toda su vida.
Lo más probable es que, incluso la mente y el pensamiento de la persona, se pueda convertir en una colección de datos digitales y cuánticos con el fin de ser preservado. A diferencia del mundo físico en el que nada es eterno y todo está sujeto a cambios, la pérdida de las propiedades en el mundo digital es diferente.
Con algunas excepciones, los datos digitales son prácticamente eternos. Se pueden mover de un lugar a otro, de un medio de almacenamiento a otro, sin perder calidad durante cualquier período de tiempo definido – durante más tiempo que la vida de nuestro universo conocido, por ejemplo. Más aún, cualquier error descubierto con el tiempo se puede corregir si se utilizan técnicas de corrección apropiadas.
Esto también significa que si tenemos una copia digital de un ser humano en nuestro poder, un día podremos ser capaces de “restaurarla”, miles, millones y hasta miles de millones de años a partir de ahora.
Dado que no está del todo claro qué parte de los datos es suficiente o relevante, es necesario que haya un conjunto completo de datos existentes – notas personales, fotos, diarios, correspondencia, registros médicos, así como la información de terceros, tales como recuerdos de amigos, fotos de otras personas, y así sucesivamente.
La restauración de estos datos en el futuro puede ayudar a crear una “copia” digital de un ser humano – a alguien que sea capaz de reaccionar ante el mundo exterior y mostrar patrones de comportamiento en línea con el “original” – e incluso hablar y responder preguntas de la misma manera.
Crear un clon de un humano a partir del ADN ya es tecnológicamente posible (aunque hay ciertos obstáculos éticos y morales), y no hay nada extraordinario en la grabación y el almacenamiento de grandes cantidades de información sobre una persona en particular.
La cuestión es cómo ‘subir’ completamente esa información al clon para hacerlo mejor que una simple copia virtual.
Hoy en día, el valor de una vida de datos digitales ‘pesa’ probablemente menos de 10 terabytes, pero puede aumentar hasta un petabit, teniendo en cuenta la velocidad de la información y el crecimiento de datos.
Y registrar y almacenar estos datos ha ido más allá del sentido práctico y ahora tiene un significado filosófico y metafísico. Sin duda, poseer grandes cantidades de información específica para cada persona plantea preguntas acerca de la privacidad y seguridad de datos. Y por ello es por lo que necesitamos aprender a controlarlo y desarrollar herramientas que gestionen esta información.
Aún no está claro qué datos son necesarios para restaurar “propiamente” un ser humano único. Para estar a salvo, se recomienda registrar absolutamente todo -cada paso, cada reunión y cada recuerdo. Esperamos que en el futuro haya una manera más fácil de hacerlo sin interrumpir las actividades diarias de las personas. Ya hay algunas aplicaciones diseñadas para la creación de registros extensos durante el sueño y el ejercicio físico, y probablemente vendrán muchas más.
Pensad en Tutankamón, la persona más poderosa en la Tierra hace 3.300 años. Además de su ADN, hay una cantidad bastante grande de información en forma de recuerdos y manuscritos que contienen descripciones detalladas de su vida. Pero todo esto es solo una fracción de lo que es posible grabar hoy sobre las personas o las empresas. Estos datos pueden llegar a ser una línea de vida para personas y organizaciones, y tal vez se convierta en una ruta de acceso a la inmortalidad y renacimiento con el que siempre se ha soñado.
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