El crecimiento exponencial de la industria global de ciberseguridad es innegable. Según las proyecciones de Gartner, se espera que alcance los 314.280 millones de dólares en 2028, evidenciando un crecimiento medio anual del 11,44%. Un auge que también se refleja en España, donde se estima que la inversión en ciberseguridad supere por primera vez los 2.000 millones de euros este 2023. Una industria que se ha ganado, no sin esfuerzo, un sitio en la mesa de los Consejos de Administración por estadísticas impactantes, y es que alrededor del 90% de las empresas españolas sufrieron al menos un ciberataque en 2022, de las que más del 28% perdieron clientes tras los ciberataques.
Y si bien se confirma un incremento importante de la inversión en ciberseguridad, privada pero también pública, así como una mayor concienciación y formación al respecto, se estima que alrededor del 90% de los incidentes siguen teniendo como origen el factor humano. Cada día nos despertamos con nuevos casos y esa es sólo la punta del iceberg, ya que la gran mayoría de los ciberataques se siguen detectando y parando a tiempo.
Una industria en continua transformación por diversos factores, destacando una digitalización exponencial impulsada por los avances en conectividad y trabajo en la nube. Todo ello ha generado nuevas capacidades de escalar computación, almacenamiento y procesamiento de datos impensables hace años, clave para el crecimiento de las organizaciones, pero que a su vez implican un aumento en la sofisticación de las amenazas. Todo profesional de la ciberseguridad tiene interiorizado que no va a poder detectar y parar todas las posibles amenazas, por lo que las organizaciones, los procesos y las personas deben estar preparados en caso de que un incidente escale con medidas que aseguren la continuidad del negocio.
En este escenario de retos y desafíos en el que los ciberataques evolucionan constantemente, la Inteligencia Artificial (IA) emerge como un aliado estratégico, no sólo para defenderse mejor de las ciberamenazas, sino también para optimizar operaciones. De hecho, cada vez son más las compañías que ven la IA como herramienta esencial en materia de ciberseguridad, y así lo reflejan estimaciones de Gartner, que sitúan la inversión a nivel mundial en IA en 23.000 millones de dólares en 2023.
La capacidad de la IA en combinación con la nube para analizar inmensas cantidades de datos, en busca de patrones o anomalías, permite identificar posibles amenazas de manera más rápida y precisa. A su vez, implica una respuesta más efectiva ante estas amenazas, al tener la capacidad de generar alertas más personalizadas y adaptadas a las necesidades específicas de cada organización. Es más, esta rapidez y eficiencia que caracteriza a la IA posibilita que los analistas de seguridad puedan enfocarse en desafíos más complejos, mejorando así la eficiencia operativa.
Por ello, es fundamental que, durante el proceso de digitalización y modernización hacia operaciones multi-cloud / hybrid-cloud, las empresas busquen el apoyo de especialistas para contar con las mejores soluciones adaptadas a sus necesidades específicas. La complejidad tecnológica actual es imposible de abarcar por casi ningún equipo en solitario, de esta necesidad nace nuestro principal objetivo en Making Science:ayudar a nuestros clientes a desarrollar estrategias sostenibles de crecimiento del negocio basadas en la digitalización, en las cuales los datos tienen un papel protagonista, y por tanto la privacidad y la ciberseguridad, son clave.
Ante este panorama, es fundamental no limitarse a implantar herramientas para proteger infraestructuras, datos y activos en la nube, hay que ir un paso más allá para aprovechar todo el potencial y conocimiento en analítica avanzada de datos, de la mano de partners especializados, que usando tecnologías de automatización e IA puedan sacar el máximo provecho de los datos recolectados.
En definitiva, la IA continuará siendo pieza clave y fundamental en el futuro de la ciberseguridad, habilitando enfoques preventivos con sistemas autónomos capaces de identificar y responder a amenazas sin intervención humana, así como otros enfoques multifacéticos que combinan diversas tecnologías para una protección más completa. Su implementación efectiva, bien respaldada por socios especializados, no sólo protegerá las operaciones de las organizaciones, sino que también impulsará su innovación y progreso.
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