Ivo Ivanov, CEO y Presidente del Consejo de Administración de DE-CIX, explica en esta tribuna por qué estamos ante una oportunidad única de construir la vida digital del mañana
De acuerdo a datos de Statista, las ventas mundiales en el metaverso podrían alcanzar los 468.000 millones de euros en 2030. Las estimaciones más optimistas prevén que esta tecnología genere un volumen de negocio de más de un billón de dólares al año. Sin embargo, para exprimir al máximo esta nueva tecnología y ser conscientes de todo su potencial, y para responder a las exigencias del futuro digital, es necesario modernizar las infraestructuras de internet y dejar atrás el modelo existente basado en silos.
Aunque Internet, tal como la conocemos hoy, ya es el mayor proyecto de infraestructuras de la historia de la humanidad, la gigantesca red de redes no bastará para satisfacer las elevadas exigencias del futuro digital. Esto es un hecho y no puede ocultarse. La denominada como tecnología inmersiva eleva las exigencias de una infraestructura digital a un nivel completamente nuevo. No se trata en absoluto de una etapa de la evolución sino que estamos en el umbral de una nueva era digital cuyos cimientos hay que construir. Y cuanto antes, mejor. Pero ¿por qué tanta prisa? Tomemos como ejemplo el concepto del metaverso y analicemos los requisitos técnicos necesarios para que el usuario tenga una experiencia excelente. Aplicaciones como la realidad virtual o aumentada necesitan un gran ancho de banda y, al mismo tiempo, una latencia extremadamente baja. Si queremos sumergirnos en estos nuevos mundos digitales con la mejor experiencia posible, necesitamos vías de transmisión de datos más eficientes.
No sólo se necesitan altas velocidades y bajos tiempos de ida y vuelta de los paquetes de datos (latencias) entre la red y el usuario, sino también entre las distintas redes. Otra tecnología que podemos tomar como ejemplo es la Inteligencia Artificial. ChatGPT, Bard o IA Generativa son algunas de las aplicaciones de esta herramienta digital, que también viene a reclamar su “trozo de tarta” de la infraestructura y de ancho de banda de la red actual ya que necesita de una baja latencia para ofrecer una experiencia totalmente satisfactoria.
Actualmente, las aplicaciones digitales ofrecen una experiencia de usuario aceptable con una latencia de, como mucho, un abrir y cerrar de ojos (unos 100 milisegundos), pero todavía hay un gran margen de mejora hasta poder ofrecer una experiencia de usuario de mayor nivel (UX). Incluso hoy se requiere un tiempo de viaje de datos no superior a 35 milisegundos para considerarse una UX realmente buena. Sin embargo, con cada innovación en la percepción virtual -visual, auditiva o incluso táctil- aumenta la sensibilidad de las aplicaciones a la latencia. De este modo, para el mundo virtual inmersivo del futuro, será necesaria una latencia del orden de un milisegundo para garantizar una experiencia de usuario impecable. Pero, ¿por qué? Por la naturaleza de la percepción humana. El cerebro humano sólo necesita 20 milisegundos para captar información táctil, 13 milisegundos para procesar señales visuales y menos de un milisegundo para percibir retrasos auditivos. Por eso, para crear un auténtico entorno inmersivo, hay que aprovechar al máximo estos tiempos. Sólo así las reacciones e interacciones resultarán naturales y se evitará, por ejemplo, el mareo cibernético.
En lugar de las infraestructuras de web1 y web2, necesitamos modelos mucho más potentes de transmisión de datos para el futuro. Los cables y ordenadores de alto rendimiento tienen que estar lo más cerca posible del usuario y de los dispositivos inteligentes para crear una experiencia auténtica y sin fisuras. Para ello, los proveedores de infraestructuras digitales tienen que construir una infraestructura en red densa y distribuida por todo el mundo, al tiempo que ofrecen un número creciente de servicios de interconexión especializados y personalizados. Lo mismo se aplica a las empresas que quieren estar presentes en el internet del futuro y explotar plenamente el potencial de esta tecnología a nivel empresarial. En este caso también es importante que estas organizaciones cuenten con su propia infraestructura digital desarrollada junto a sus socios en materia de conectividad.
Lo más importante de todo este planteamiento es que seamos conscientes de que si queremos que la Internet del futuro funcione y tenga éxito, necesitamos alianzas entre una gran variedad de empresas de la industria de Internet y de actores de toda la cadena de valor. Esto no se trata de un ejercicio o de una utopía. Es una realidad. Estamos ante una oportunidad única de construir la vida digital del mañana, en cualquier lugar del planeta y que será beneficioso para la educación, la salud y el medio ambiente. Hay que dejar atrás la vieja mentalidad de los silos y avanzar hacia un escenario en el que sea imperativo la baja latencia y el ofrecer la mejor experiencia de usuario posible. Para comenzar a crear la que será la red del futuro: mejor hoy que mañana.