No hace mucho tiempo la innovación en la industria automovilística centraba sus esfuerzos en desarrollar motores más potentes e incrementar la eficiencia de los vehículos a la vez que se realizaban mejoras en el área aerodinámica, el confort y el diseño del exterior. A día de hoy, la hiperconectividad y la automatización son la mayor prioridad para los fabricantes.
Si pensamos en el futuro del sector automovilístico, lo primero que nos viene a la cabeza es la conducción autónoma, pero la realidad del mismo es otra y va más allá de la tecnología sin conductor. Uno de los factores más importantes para su transformación es la conectividad ya que permite realizar actualizaciones remotas, mejoras en el mantenimiento predictivo, mayores medidas de seguridad y protección de datos. Pero, sin duda, la clave de todo es la recopilación y el almacenamiento de datos.
El aumento de la conectividad en el vehículo ha supuesto una mejora en la experiencia de conducción. El automóvil conectado captura y procesa una gran cantidad de datos. De hecho, el año pasado se estimó que para la próxima década, los vehículos autónomos necesitarán una capacidad de almacenamiento de más de 2 TB y a medida que las tecnologías sigan avanzando, dicha capacidad se verá incrementada. Un gran reto para los fabricantes que se preguntan cómo podrán configurar una infraestructura de almacenamiento que soporte esta nueva demanda de datos.
El aprendizaje automático y los modelos de inteligencia artificial son cruciales para gestionar los datos de los vehículos autónomos y para mejorar características como la detección de objetos, la cartografía o la toma de decisiones. Gracias a los avances en estos campos, los fabricantes podrán mejorar la experiencia del usuario. Otro de los aspectos a tener en cuenta es la eficiencia de los coches autónomos. Los ingenieros se están alejando de crear modelos de fabricación basados en una red extendida de microcontroladores para cada aplicación individual y se están centrando en desarrollar un procesador potente con gran capacidad de cálculo. El cambio de múltiples microcontroladores automotrices (MCU) a un MCU central será probablemente la mayor transformación arquitectónica de los automóviles en el futuro.
El almacenamiento dentro de un vehículo autónomo se puede encontrar tanto en el edge – donde los datos se procesan rápidamente, como en la nube – donde se realiza el análisis de los datos. ¿Entonces, dónde van los datos? Depende de si los necesita de manera inmediata el conductor, como la información recogida por los sensores de movimiento o la función de mapeo del sistema GPS, o si es el fabricante quién necesita obtener la información para saber cómo mejorar el sistema ADAS.
Enviar datos a la nube es rentable y eficiente si se cuenta con una conexión Wi-Fi, pero cuando un vehículo está en movimiento, la única opción disponible es una conexión 4G (o potencialmente 5G). Aunque es factible, la transmisión de datos a través de la red móviles puede salir cara. Esta es la razón por la que muchos vehículos autónomos necesitarán pasar más tiempo en cerca de casa para poder utilizar la conexión wifi o en un lugar donde se pueda establecer este tipo de conexión para poder transferir los datos a la nube, y que ahí sean analizados y almacenados.
Mientras que las redes 4G continuarán gestionando muchas aplicaciones, la tecnología 5G será clave para los vehículos conectados y autónomos, ya que les permitirá comunicarse casi instantáneamente entre sí, con los edificios y la infraestructura (V2V, V2I, V2X).
La conectividad es esencial para los vehículos autónomos y gracias a la tecnología 5G será mucho más rápida y tendrá una menor latencia. De este modo, los vehículos podrán reaccionar de forma instantánea a cambios repentinos que puedan surgir debido al tráfico o a condiciones meteorológicas. Además, ofrecerá servicios digitales en el interior del automóvil, mejorando así la experiencia de los pasajeros y aumentando el potencial de ingresos como resultado de esos servicios.
Los vehículos autónomos necesitan tecnologías de ciberseguridad de última generación. Un estudio realizado a ingenieros de automoción y expertos en TI mostraba que al 84% de los encuestados les preocupaba que los fabricantes de automóviles no siguieran el creciente ritmo de las amenazas de seguridad cibernética del sector.
Para proteger la seguridad y la privacidad de los consumidores, los coches conectados deben contar con sistemas y soluciones de seguridad a todos los niveles, desde el hardware y el software en su interior, hasta las conexiones de red y la nube. Algunas medidas que los fabricantes deberían tomar para garantizar la seguridad y la integridad de los datos de los vehículos autónomos son:
El sistema de almacenamiento de datos en un vehículo es crítico, ¿cómo pueden los fabricantes asegurarse de que las operaciones no se vean comprometidas si el sistema falla? La réplica de los datos es una forma de prevenir accidentes si el centro principal falla, pero supone un coste muy alto.
Algunos fabricantes están desarrollando sistemas de backup para componentes específicos del automóvil como los frenos, la dirección, los sensores y los chips que guían un vehículo autónomo. De este modo, el vehículo está equipado con un sistema secundario que detendrá el coche de forma segura en caso de un fallo grave del equipo, sin necesidad de hacer una copia de seguridad de todos los datos almacenados por el vehículo. Por el contrario, hay muchas otras funciones del automóvil que no son tan críticas y no requieren una copia de seguridad, como el aire acondicionado o la radio, así que el no incluir estos datos dentro ayudará a reducir los costes al tiempo que proporcionará un sistema de seguridad en caso de error.
Aprovechar las soluciones de aprendizaje automático para soportar las enormes cantidades de datos de las que dependen estos vehículos, y aplicar sólidas estrategias de seguridad para proteger el coche del mundo exterior, permitirá que los fabricantes diseñen coches lo suficientemente seguros para las recién pavimentadas carreteras digitales.
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