La decisión de Microsoft de extender el periodo por el que los usuarios de Windows 7 pueden “desactualizar” a Windows XP ha dejado claro que los usuarios empresariales siguen sin estar convencidos a la hora de migrar. Los miedos y el coste de ese proceso de migración se enfrentan a ventajas como la seguridad o la mejora de prestaciones.
Hace unos días Microsoft anunciaba la llegada de las betas públicas del Service Pack 1 tanto para Windows 7 como para Windows 2008 R2 Service Pack 1, un anuncio que está orientado a pulir los pequeños defectos de dos sistemas operativos que han tenido una acogida mucho más positiva que la que en su día tuvo Windows Vista.
Precisamente por la propia madurez con la que debutaron Windows 7 y Windows Server 2008 R2 -gracias en gran parte al camino recorrido por Vista- la relevancia de estos dos paquetes de servicio es muy inferior a la que en su momento tuvo Windows Vista. Algo más de un año después del polémico lanzamiento, Vista no convencía: las empresas no tenían claro que la migración fuese el paso adecuado tras los problemas de compatibilidad hardware y software, y el SP1 tenía el deber de corregir todos aquellos conflictos.
Lo logró, y sin embargo Vista siguió sin cuajar en el mercado empresarial: los responsables de la toma de decisiones tuvieron muy en cuenta los requisitos hardware de una plataforma que era exigente en recursos y que hacía que el parque informático de las empresas tuviera que viera seriamente reformado. Teniendo en cuenta la inversión, ¿valía la pena arriesgarse?
Esa es exactamente la misma pregunta que se siguen haciendo muchos administradores de sistemas, directivos del área tecnológica de las empresas y responsables de las infraestructuras informáticas de muchas compañías. ¿Para qué cambiar, cuando Windows XP sigue cumpliendo perfectamente con su función?
Para muchos medios -y para muchos expertos de la industria- quedarse anclados en Windows XP es un error crítico: hace casi 10 años que apareció aquella versión de Windows, y eso es demasiado tiempo en el mundo de la informática. Nuevas tecnologías han ido mejorando las anteriores, y Windows XP -que se ha beneficiado de un soporte global de la industria hardware- ha tenido algunos problemas para mantenerse en forma.
Windows 7 representa una alternativa muy clara para los indecisos, como también lo hacen las opciones en el mundo Open Source, pero a pesar de todas esas opciones, la migración parece no ser viable para esos directivos encargados de la toma de decisiones. Las preguntas a la hora de afrontar esa decisión son claras. ¿Perderán mis empleados productividad? ¿Ganaré en rendimiento? ¿Será rentable a largo plazo la inversión realizada en esa migración?
Es difícil contestar a esas preguntas en un entorno global, pero lo que es cierto es que entre otras cosas el nuevo Windows 7 es un sistema mucho más seguro que su antiguo predecesor. No solo por el sistema operativo en sí, sino por un componente que parece ser un extraño acompañante de muchos puestos de trabajo empresariales: Internet Explorer 6 sigue mandando en las empresas, a pesar de su limitada compatibilidad con estándares, sus pobres prestaciones y sobre todo su gran problema de seguridad.
Esa única razón ya sería crítica a la hora de tomar una decisión -aunque dichos puestos de trabajo podrían funcionar sobre Windows XP con Internet Explorer 8, un binomio decente-, pero obviamente otros factores entran en juego en ese apartado: muchas aplicaciones y servicios web empresariales están diseñados a medida, y el hecho de que funcionen en XP no significa necesariamente que lo hagan en Windows 7.
Para eso, nos dicen los desarrolladores de Microsoft, están los modos de compatibilidad de ejecución de aplicaciones, y también el XP Mode, un entorno de virtualización integrado en Windows 7 que permite obtener lo mejor de Vista y lo mejor de XP en un mismo entorno.
No solo eso: Microsoft ha visto como Windows XP sigue siendo clave para millones de usuarios. Tanto es así que en el mismo anuncio de los Service Pack 1 para Windows 7 y Windows Server 2008 R2 se dejó claro un aspecto asombroso:
“Hemos decidido extender los derechos de desactualización a Windows XP Professional más allá de la fecha planeada que lo situaría con la llegada de Windows 7 SP1. Esto permitirá mantener la consistencia de esos derechos a lo largo de todo el ciclo de vida de Windows 7”.
¿Qué significa eso? Que los usuarios empresariales no tendrán que migrar a Windows 7 a corto plazo, y puede que no tengan que hacerlo nunca: Windows XP podrá instalarse como parte del proceso de desactualización (downgrade) de estos equipos hasta enero de 2020. Para entonces, mucho nos tememos que habran aparecido varias versiones más de Windows. Y puede que ni siquiera con esas nuevas versiones acabemos viendo la desaparición de un Windows XP que parece inmortal.